Decir "exiliados" a los exiliados
La Junta Electoral Provincial de Barcelona ha decidido hacer caso de una denuncia de Ciutadans y prohibir en TV3 y Catalunya Ràdio llamar “exiliados” a las personas que han tenido que salir clandestinamente de Catalunya huyendo de la persecución judicial (en los últimos tiempos, casi toda debida al juez García-Castellón) por ser independentistas y haber tenido relación con el Proceso y/o con Tsunami Democrático. Persecución política, en definitiva. No es la primera vez que la Junta Electoral (aunque habitualmente es la Central de este organismo) prohíbe cosas a los medios públicos catalanes, que consideran sospechosos de todo tipo de sevicias contra la unidad de España. De hecho, en su resolución de ahora, la Junta Electoral se cita a sí misma, cuando también prohibió a 3Cat hablar de exilio y exiliados. Era con motivo de la campaña de las elecciones del 21 de diciembre de 2017, las elecciones del 155.
Junta Electoral, Ciudadanos, exilio, exiliados, jueces parciales, palabras prohibidas, judicialización de la política. Cada una de estas cosas, y todas sumadas, desprenden un viejo, conocido olor —un tufo rancio—, que no es otro que el de la venganza que España emprendió, a partir del otoño de 2017, contra el independentismo catalán para hacerles pagar el referéndum del 1 de Octubre, que el nacionalismo español (lo que es de estado y lo que no lo es) vivió como una amarga humillación que, dentro de sus códigos de fidalgo, clamaba venganza. Clama aún hoy, para ellos, ya eso se dedican. Literalmente hasta el último aliento: llama la atención como una formación política en tránsito de desaparecer, como la ultranacionalista Ciutadans, gaste sus últimas fuerzas en interponer denuncias contra sus enemigos ante unos poderes del estado que saben que les atenderán con diligencia. Y como una Junta Electoral desvirtuada y desacreditada, que se ha permitido incluso el lujo de inhabilitar a un presidente de la Generalitat, corre a aprovechar la casposa denuncia de Carrizosa y compañía para imponer un cinturón de castidad verbal y conceptual a los periodistas de los medios públicos.
Sin embargo, como sabemos por Wittgenstein a través del gran Josep M. Terricabras, a quien ya añoramos, las proposiciones llenas de sentido son aquellas que nos permiten describir la realidad y, por tanto, entenderla. Así, la única manera con sentido de nombrar a los exiliados es decirles exiliados. Hay exiliados políticos en España, en pleno año 2024, como hasta hace poco hubo presos políticos. Una serie de fuerzas políticas intentan llevar adelante una ley de amnistía para corregir esta vergüenza, aunque el mal ya está hecho y costará mucho remontar el estropicio que ha perpetrado el nacionalismo español con el estado de derecho, cegado por su afán de represalia. El autoritarismo, el abuso de poder antidemocrático, se reconoce por su voluntad de proscribir el lenguaje, o degradarlo haciendo significar a las palabras lo que no quieren decir. Consiguen un lenguaje estrafeto, ridículo y absurdo, que sólo expresa infamia.