Juntos por la derecha

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Míriam Nogueras en rueda de prensa este martes ante el Congreso.

Juntos por Cataluña tiene todo el derecho de derechizarse, o de mostrar la derecha que en realidad siempre había representado, pero entonces esto conlleva renunciar a la ambigüedad, o la equidistancia, o la ambivalencia, o como queramos decir. Ya no vale decir lo de "ni derecha ni izquierda, a nosotros sólo nos importa Cataluña". Esto deja de funcionar cuando el voto de Junts se alinea siempre o muy mayoritariamente con la derecha. Y no sólo el voto, sino también las propuestas: es el caso de la multirreincidencia, un tema que ha quedado tapado por el revuelo que ha levantado el voto de Junts contra la regulación del alquiler, pero que vuelve a ser una cuestión importante y sensible, planteada desde una óptica reaccionaria y cercana al populismo xenófobo de ya sabemos quién.

Tampoco es creíble repetir, como suelen hacer Nogueras y Turull, que Junts no forma ni quiere formar parte de ningún blog español. Si un partido tiene grupo parlamentario en un Parlamento como el Congreso de los Diputados, fuertemente dividido en un frente progresista y uno de derecha dura o muy dura, es inevitable que el voto de ese grupo parlamentario caiga de un lado u otro , y el voto de Junts ya ha caído en varias ocasiones del lado del PP y Vox, que se encuentran así reforzados por un aliado no tan inesperado como pueda parecer. “Los socialistas apoyaron el 155”, suelen repetir los partidarios de esta forma de hacer. Cierto, y el PP y Vox representan a quienes literalmente se le inventaron (forzaron una interpretación punitiva del tristemente célebre artículo 155 de la Constitución) y aún ahora repiten que quedó corto.

Si un partido se presenta a las elecciones españolas es precisamente para incidir todo lo posible en la política española, en un sentido o en otro, y esto es justamente lo que han hecho siempre los partidos catalanes, se definieran como catalanistas, nacionalistas, soberanistas, republicanos o independentistas. Ya hace un cierto tiempo que crece entre el independentismo de derechas la idea de derribar a Pedro Sánchez y su gobierno, algunos porque realmente piensan que es una buena estrategia (¿para conseguir qué?, sería la pregunta) y otros por revanchismo o por una suma de tirrias diversas. En el horizonte del congreso de Junts sale como favorita (bendecida por la dirección, al menos) la idea de configurar un “frente patriótico”, que supuestamente debería confrontarse con un frente patriótico paralelo de la derecha española y así revivir los viejos días de gloria de las grandes movilizaciones independentistas. El problema es que las cosas ya no están tan claras: es cierto que la política catalana "se ha españolizado", sobre todo en el sentido de que, tanto en España como en Cataluña, la derecha tradicional cada día asume más tics y envía más señales en su correspondiente de la extrema derecha. Puestos a hacer opciones catch-all, ve que en Catalunya no sea más capaz de construirla alguien como Salvador Illa, a quien Junts acusa de españolista pero que de momento tiene la presidencia de la Generalitat y se comporta como un catalanista cristiano y pragmático de los de toda la vida. Como los de Convergència i Unió.

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