La aprobación de la ley de amnistía en el Congreso hace que mañana jueves sea un día históricoliteral,como dice ahora los niños.
¿Es una victoria de alguien? “Ni amnistía, ni nada de eso”, repetía Isla. "Me comprometo a llevar a Puigdemont a España", prometía Sánchez. Desde el punto de vista político, Esquerra y Junts han logrado que el PSOE haga algo que no quería hacer.
Asimismo, la amnistía es, también, un nuevo éxito de este campeón de la táctica que es Pedro Sánchez. Gracias a la amnistía es presidente, pese a haber perdido las elecciones, y ha ayudado a su amigo y primer secretario del PSC Salvador Illa a acercarse a la presidencia de la Generalitat.
Bien mirado, la amnistía es una victoria del estado de derecho. Hace que España vuelva a la política lo que externalizó a los tribunales en tiempos del PP con la complicidad del PSOE. Como decía el profesor de derecho Joaquín Urías, "la amnistía es la única manera por la que el Parlamento elegido democráticamente puede recuperar la primacía que le corresponde en el estado democrático, ante unos jueces que usurpan sus funciones".
La ley que se aprueba mañana en el Congreso lleva al título "para la normalización institucional, política y social en Cataluña". Si por normalización se entiende la desaparición del independentismo, van errados. La relación política, económica, lingística y cultural de España con Cataluña está muy lejos de ser normal. Si acaso, la amnistía facilitará un nuevo comienzo con cicatrices visibles. Buena parte del sistema político y mediático español vive contra Cataluña. Las instrucciones a los jueces para impedir la aplicación de la amnistía son una vergüenza.
Y por último, en un día como mañana, el independentismo debería contenerse y no gesticular más de la cuenta. Basta recordar los resultados electorales a la baja conseguidos a base de división constante.