Los engranajes maquiavélicos de Telecinco

Captura del programa de Telecinco
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El negocio tiene que continuar en Telecinco y ahora es la hora de hacer caldo con los huesos que dejó Rocío Carrasco antes de coger vacaciones. Y mira por dónde, qué casualidad, la ganadora de Supervivientes es Olga Moreno, la mujer de David Flores, ex marido de Rocío Carrasco y el hombre a quien ella ha estado acusando durante meses de los maltratos recibidos. Así pues, con el premio, la cadena se asegura que continúa alimentando al hombre a quien despidió en un supuesto acto de decencia que es obvio que era hipócrita. Han encontrado el sistema más práctico para contestar a las acusaciones de Rocío Carrasco: a través de la mujer de su ex marido. El lunes, la noche del debate final en el que Olga Moreno compareció en el plató como ganadora del reality, la cadena empezaba a calentar motores creando cierta expectativa alrededor del momento en el que ella podría hablar de este hecho. Todo eran eufemismos. Emplazaban a la concursante a hablar en un especial bautizado como Ahora, Olga, un título que tiene claras connotaciones de respuesta a Carrasco. Jordi González anunció este programa explicando que la concursante podría decir “cómo ha vivido ella todo lo otro”, tendría la oportunidad de desahogarse y contestar “sobre todo lo que quiera del asunto del que estamos hablando, no del concurso, sino de lo que pasó antes”. La invitaba a contestar “a todo y a todos”. También le advertía que le permitirían ver “todo lo que se dijo mientras [Olga] estaba lejos”. Los engranajes de Telecinco son maquiavélicos. Enfrentar a las dos mujeres del maltratador, la que lo acusa y la que lo defiende, es una manera más estética o falsamente sutil de ningunear la historia de Rocío Carrasco. Es perpetuar el relato de David Flores del acoso a su primera mujer. Jugada maestra. Todo estaba estudiado. Olga Moreno marchó a Honduras para participar en Supervivientes en pleno fenómeno televisivo de Rocío con su Contar la verdad para seguir viva y ahora vuelve para continuar hinchando el perro. Así en septiembre tendrán nuevo material para que Carrasco siga haciendo crecer las audiencias de Telecinco. Y, de reboto, continuar hurgando en la herida de una mujer que durante veinte años ha sufrido la violencia mediática. No se ha acabado. La hija de Rocío Jurado continuará siendo víctima a pesar del prefabricado y frágil discurso sobre su empoderamiento gracias a la televisión.

El título del concurso, Supervivientes, nunca había sido tan específico. Más allá de la supervivencia de los concursantes en una isla esta vez ha servido para mantener vivo el relato del maltratador y el espectáculo sobre la violencia machista. La prueba más evidente es que Rocío Carrasco ha vendido su alma al diablo.

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