El presidente de Aragón ha dicho estas palabras sobre las obras de Sijena: "La sentencia se ejecutará con agrado o por fuerza". Deunidó, la frase que ha soltado, mientras el MNAC manifestaba "la incapacidad técnica de llevar a cabo la operación en el plazo establecido por la ley de enjuiciamiento civil".
A mí, la frase y las intenciones de este presidente me hacen pensar en aquella historia que se contaba del sabio Salomón. Dos mujeres se disputan un bebé, y cada una de ellas dice ser suyo. Como no se ponen de acuerdo, Salomón dictamina que la criatura sea partida por la mitad y que cada uno de los pedazos se dé a cada una de las presuntas madres. Y he aquí que una dice que de acuerdo y la otra dice que no, que de ninguna manera, que prefiere renunciar al niño pero que siga vivo. Salomón, entonces, en su infinita sabiduría, comprende cuál, de ambas, es la madre y le entrega al niño sano y salvo (y, sobre todo, entero).
Si yo fuera directora del MNAC les diría que desmontaran el museo, el Palacio Nacional, vaya, ladrillo a ladrillo y piedra a piedra, y se lo llevaran, con los frescos incluidos, que ya no viene de aquí. Incluso les propondría crear un pasillo desde Aragón hasta Montjuïc, como un canal, que fuera territorio aragonés para visitar los frescos sin que tuvieran que pisar tierra catalana. Pero si yo fuera técnica del MNAC diría que no les toco y que les desmonte quien quiera llevarlos. A golpes de pico y pala, si es necesario. Y ya lo retransmitiríamos por televisión, que sería un espectáculo bonito, que quien día pasa año empuja y tal día hará un año. Mientras, y por si acaso, tengo pendiente de ir a verlos por última vez. Fueron salvados de la guerra. Morirán en paz.