Disculpen que esta mañana me haya levantado algo optimista, pero es una manera de decirles que desde que Johan Cruyff nos enseñó a confiar en nosotros mismos abandoné la falsa modestia culé, las vendas antes de las heridas y el ay, cómo sufriremos. Es el caso de este sábado por la noche, porque este Barça es digno de confianza.
Sí, claro, el Madrid podría ganar. No tiene juego pero tiene jugadores; carece de equipo, pero tiene plantilla, y sobre todo esta noche se le presenta la última oportunidad para lavarle la cara a la temporada. Y hay equipos desesperados de la vida que ganan finales de Copa contra todo pronóstico. Lo sabemos, porque el Barça ha sido uno de ellos.
Pero después de una intensa pero rápida deliberación interna, no creo que sea el caso de hoy en Sevilla. Porque el Barça ya nos ha hecho ganar, esta temporada, el derecho a sentirnos seguros del equipo antes de jugar contra quien sea. Ha hecho un gran fútbol, se ha sobrepuesto brillantemente a momentos de duda, y por eso todavía opta al tetrapleto. No ocurre siempre.
Por lo general, jugar bien a fútbol tiene premio. Y hacerlo con juveniles hechos en casa y veteranos con hambre tiene mucho encanto. El otro día, en la grada de lateral de Montjuïc, un lector se acercó para decirme que él también creía que lo mejor de esta temporada había sido el viaje. Pues, oiga, un viaje así no puede acabar mal. Estamos en eso de "Lo hicieron porque no sabían que era imposible". Por todo ello, y porque pase lo que pase esta noche son posibles más títulos en el plazo de un mes, creo que hoy ganará el fútbol, o sea, el Barça.