El gobierno central impulsa a la extrema derecha en Canarias

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 El ministro del Interior, Grande-Marlaska, le está haciendo el trabajo a Vox. Su decisión de no trasladar a la península a los migrantes que llegan en patera a Canarias con la excusa de evitar “el efecto llamada” ha generado una situación de tensión que alienta el crecimiento de la extrema derecha. En Gran Canaria hay patrullas ciudadanas que apalean migrantes, manifestaciones contra los campamentos y rumores de los que azuzan los ánimos de linchamiento que circulan veloces por WhatsApp.

 En esta isla se concentran hoy unos 7.000 inmigrantes que han llegado huyendo de los efectos de la crisis económica global sobre sus países y que vienen en patera porque la frontera aérea marroquí está cerrada. Vox, animado por su habitual espíritu de cruzada, habla de una “invasión” y propone mandar a la Armada. Pero las cifras globales en la UE no arrojan un aumento de la inmigración. Lo que faltan son vías legales para emigrar. Los que llegan a penas representan una gota de agua humana en una Europa envejecida de más de 400 millones de personas.

Grande-Marlaska parecía querer evitar críticas si repartía a esos migrantes por otras comunidades. Pero Canarias no tiene capacidad de acogida y al concentrar esa población en algunos barrios de Las Palmas con los índices de pobreza más altos del Estado ha generado un problema mucho más peligroso que su representación institucional: el que surge de confrontar a pobres entre sí cuando hay por medio una identificación étnica o nacional.

Estas últimas semanas se ha perseguido a migrantes por las calles y se lanzado piedras contra los campamentos. Dos de ellos están en esos barrios vulnerables donde hay familias con todos sus miembros en paro que además han sido golpeadas por la crisis en marcha. Hay rumores no confirmados de violaciones y de aumento de los delitos de los que se culpa a los migrantes que espolean esta situación, pero sobre todo hay un paisaje vital que se construye sobre la precariedad y un sistema social hecho trizas. Los que llegan son vistos como la competencia por esas migajas de caridad y por los escasos e inestables trabajos o trapicheos que sirven para sobrevivir en esa situación. Un ejemplo que ha encarnado esa imaginaria disputa por los recursos es el colegio del barrio de El Lasso, cerrado desde hace años por falta de recursos para su remodelación y que hoy se ha convertido en alojamiento de inmigrantes.

Pobres contra pobres. Este sustrato social inflamable es completamente funcional a los intereses de la extrema derecha. Vox se ha sumado y ha espoleado las manifestaciones con aire de pogromo que se han llenado de banderas de España. Podrían ser protestas para que los fondos europeos lleguen también a los de abajo, pero siempre es más fácil movilizar desde las tripas y señalar como culpables a los extranjeros que viene a por “lo nuestro”. No nos engañemos más, las torpes políticas de inmigración de la UE y su acatamiento ciego por parte del Gobierno son las que están impulsando el ascenso de la ultraderecha.

Nuria Alabao es periodista y antropóloga

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