El gobierno español amplía los objetivos de seguridad nacional

El mundo vuelve a vivir momentos de incertidumbre, en los que no se pueden descartar conflictos bélicos a la antigua –preocupa sobre todo la situación en Ucrania y también en el mar de China– y en el que también hay nuevas amenazas, como los ciberataques, los sabotajes, la crisis climática o el secuestro de los suministros básicos. La pandemia ha dejado a cuerpo descubierto la vulnerabilidad española y europea en muchos ámbitos y esto ha forzado al gobierno del PSOE y Podemos a adelantar un año la publicación de su Estrategia de Seguridad Nacional, un documento que se hizo público la semana pasada.

La esencia se mantiene intacta, con un aumento del presupuesto de Defensa y el compromiso de asegurar la capacidad militar del Estado para estar al nivel del que requieren la OTAN y la Unión Europea. Este será un punto importante este año porque en junio precisamente Madrid acogerá una cumbre de la OTAN en la que se pondrá el foco en la frontera sur de la UE, tanto en cuanto al control de la inmigración como para hacer frente al crecimiento del yihadismo en el Sahel, que es ahora una de las grandes preocupaciones de las potencias occidentales.

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El gran tema a debate, sin embargo, será sin duda la relación entre la OTAN y la UE. La presidencia europea de Francia, estrenada este principio de año, tiene como uno de sus objetivos avanzar en una estrategia de seguridad europea propia y organizará una cumbre específica sobre el tema. Habrá que ver cómo se enmarca esto en los acuerdos de la Alianza Atlántica. La relación entre los dos principales socios atlánticos ha vivido momentos de crisis desde que Donald Trump empezó el repliegue militar de su país en el exterior –que ha continuado Joe Biden, con el conocido fiasco de la precipitación en Afganistán– y con la exigencia a los socios europeos que aumentaran la aportación económica que hacen al presupuesto de la Alianza.

Europa sabe que no puede confiar solo en Estados Unidos para controlar su seguridad, y la firma el año pasado del pacto Aukus –el acuerdo militar entre Estados Unidos, Australia y el Reino Unido– es una clara demostración de cómo los intereses y los temores norteamericanos ya solo miran hacia Asia y la supuesta amenaza china.

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El nuevo plan estratégico español hace un repaso de la situación y tiene la novedad de que amplía el número potencial de amenazas a ámbitos en los que en principio el ejército no tenía hasta ahora un gran papel –crisis climática, vulnerabilidad energética, pandemias, ciberatques, desinformación...–, pero también pone blanco sobre negro el objetivo principal de la presencia de las tropas españolas en el extranjero, que se compromete a mantener como hasta ahora. Fuera de la retórica de la ayuda humanitaria o la preservación de la democracia en el exterior –que visto lo sucedido en Afganistán, cuesta mucho creer–, el documento hace lo que hacen todos los países del mundo y reconoce, por ejemplo, que la intervención de los barcos militares españoles en la zona del golfo de Guinea y África Occidental se hace para proteger los barcos pesqueros y los petroleros, puesto que es una zona de “gran importancia estratégica para la salvaguarda de los intereses españoles”. No hay que esconderse.