El calendario es el siguiente: el 21 de abril serán las elecciones vascas, el 12 de mayo las catalanas, el 9 de junio las europeas y el 5 de noviembre las mundiales. Trump va con todo: “Si no salgo escogido, al menos habrá un baño de sangre general. Habrá un baño de sangre en el país”. El presidente que en el 2021 envió a la gente a asaltar el Capitolio es el candidato que en el 2024 anima a tomar las armas en un país donde hay más armas que personas. Trump amenaza como la gente del hampa: si no me deja ganar, esta vez no nos quedaremos en casa, y tengo unos amigos que se lo tomarán muy mal.
En esta esquina del Atlántico, las cosas tampoco son muy prometedoras. Ya oímos a Von der Leyen afirmando que la guerra de Europa con Rusia no era imposible. Macron ha dicho este fin de semana que “quizás en algún momento –no quiero, no tomaré la iniciativa– habrá que realizar operaciones sobre el terreno, sean las que sean, para contrarrestar a las fuerzas rusas”. Y la ministra Robles ha declarado a La Vanguardia que la amenaza de la guerra es absoluta y la sociedad no es del todo consciente de ello. Está claro que nos están preparando para los recortes que habrá que hacer en los presupuestos de sanidad y educación para financiar el gasto militar. El grito del momento es el rearme de Europa, un rearme colectivo, sindicato, destinado a uniformizar el software y el hardware de los ejércitos nacionales por si fuera necesario socializar una ofensiva militar en el este. Vienen meses aún más complicados en todo el mundo, y todos los que deben hacer campañas electorales próximamente estaría bien que se ahorraran las frivolidades y las falsas amenazas destinadas a realizar el corte de voz para las redes y para los telediarios.