Ombra de una pareja con un niño
10/07/2025
2 min

Leemos en elAhora Baleares este titular: "Saber a 37 años que somos hija de un donante de semen me hizo pasar un proceso muy traumático". Lo dice una mujer con nombre ficticio, que explica, también, que ha tenido que "pasar un duelo genético sola", como "si hubiese muerto una parte de ella", dice. Y añade: "Me miraba en el espejo y me costaba reconocerme". Tampoco entiende por qué "sólo la consulta privada donde los padres la va tener progenitor" (ella llama así al donante).

No puedo ponerme en su piel, claro, pero no lo entiendo demasiado. Es cierto que imaginarte a un individuo que acude a una camarilla de la clínica Fertilguay, quizá con una revista porno, a ejecutar el trabajo que hará posible tu presencia en el mundo no es demasiado estimulante. Pero no lo es más imaginarte a tu padre ya tu madre haciendo esas posturas que tan patética y brillantemente describió Sylvia Plath en la cama o en el vestuario de El Corte Inglés el día que te concibieron. "Duelo genético" ¿porque tus padres no podían tener hijos y lo hicieron así? Cuando la mujer dice que no se reconoce en el espejo y es como si hubiera muerto una parte de ella, intento entenderla. ¿Se sentirá como los huérfanos o los hijos de una violación? ¿Acaso lo suyo es más intenso?

La vida moderna nos trae traumas modernos, que a menudo vemos reflejados en documentales o podcasts donde la palabra valiente se llama muchas veces. Lo sorprendente de estas demandas de derechos por parte de los hijos hacia los padres es que yo pensaba que habíamos superado el debate de la biología. Es tu padre quien te hace de padre. Pero esa frase sólo la dicen los padres. Los hijos, ya se ve, le dan una importancia fuera de tamaño a la biología, lo que debe provocar un gran "luto genético" a quienes han ejercido de "progenitores", pero no lo dirán por si se les acusa de apropiación cultural y se les denuncia por violencia psicológica.

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