La ironía de Martín Villa

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Rodolfo Martín Villa

El PSOE unió el otro día sus votos al PP y a Vox para vetar la comparecencia de Rodolfo Martín Villa en el Congreso de los diputados. Uniendo sus votos en la mesa de la cámara baja, la derecha, la ultraderecha y el PSOE evitaron que el ex ministro y ex vicepresidente diera explicaciones por su responsabilidad en los crímenes del franquismo. Solo UP apoyó en la mesa del Congreso la comparecencia que había solicitado EH Bildu. Todo venía por unas declaraciones recientes de Martín Villa en un desayuno informativo en el que dijo “Yo pude ser el responsable político y también incluso el responsable penal de aquellas muertes”. Se refería a los 5 trabajadores asesinados por la policía en Vitoria el 3 de marzo de 1976. Según se dijo después las declaraciones serán “irónicas”. Esta semana también hemos conocido la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que anulaba la retirada de la Medalla de Oro del Ayuntamiento de Barcelona al mismo Martín Villa. Se la revocaron en 2017 y él mismo había recurrido a los tribunales para denunciarlo. La justicia le ha dado la razón, y un dia después, él mismo ha renunciado a tal distinción.

Martin Villa fue, durante su juventud, jefe nacional del Sindicato Español Universitario, secretario general de la Organización Sindical Española y procurador en las cortes de la dictadura. Después fue  ministro de Franco: de relaciones sindicales, de interior y de administración territorial. Ya en democracia fue vicepresidente del gobierno de Calvo-Sotelo, presidente de Endesa (allí pudo completar la privatización de una las más importantes empresas públicas), presidente de Sogecable y comisionado del Gobierno Aznar para gestionar el desastre del Prestige. Pasó de la Falange a la UCD y de la UCD a la AP de Fraga y al PP. Hay pocas biografías que expresen mejor una de las claves de la historia política de España: la continuidad en el poder de buena parte de los principales dirigentes de la dictadura.

Después de que fuera imputado por la jueza argentina María Servini por crímenes de lesa humanidad, Martin-Villa fue defendido por la la inmensa mayoría de medios de comunicación españoles y también por figuras políticas de diferente signo. En septiembre de 2020 todos los expresidentes del gobierno español que aún siguen vivos (Gonzalez y Zapatero del PSOE y Aznar y Rajoy del PP) firmaron una carta de apoyo a Martín Villa. Además de otras figuras de la derecha, la carta fue firmada por Nicolas Redondo y Cándido Méndez (ex secretarios generales de UGT y miembros del PSOE) y por Antonio Gutierrez y José María Fidalgo (ex secretarios generales de CCOO; Gutierrez fue además, antes de pasarse al PSOE, miembro del Comité Central del Partido Comunista).

El odio que profesan ciertas figuras ancianas del periodismo y de la vieja izquierda por quienes hoy siguen defendiendo que la memoria democrática es incompatible con defender a los prebostes del franquismo, se explica por una frustración. Estaban convencidos de haber enterrado para siempre las vergüenzas de nuestra historia con un relato edulcorado de la Transición. Pero sigue habiendo gente que habla de esas vergüenzas y no pueden soportarlo. Soy perfectamente consciente de que la correlación de fuerzas de aquel periodo difícilmente hubiera permitido que las cosas fueran muy diferentes. Nunca me he creído que la historia de la izquierda se explique por traiciones de dirigentes derechizados a sus bases y a los movimientos sociales. La historia es siempre el resultado de los choques de las fuerzas de todos los actores. Y a partir de ahí se pacta. Pero una cosa es eso y otra es hacerle la ola a Martín-Villa o asumir que el precio de tener un sistema democrático (al menos en un sentido formal) es tener que callarse las verdades. 

A parecer el reconocimiento de Martín Villa de su responsabilidad en Vitoria era “irónico”. Déjeneme pegarles la transcripción de las comunicaciones de la policía el 3 de marzo de 1976 en Vitoria: Ya hemos disparado más de dos mil tiros ¿Cómo está por ahí el asunto? / Te puedes figurar, después de tirar más de mil tiros y romper la iglesia de San Francisco. Te puedes imaginar cómo está la calle y cómo está todo / ¡Muchas gracias, eh! ¡Buen servicio! Dile a Salinas, que hemos contribuido a la paliza más grande de la historia. Aquí ha habido una masacre. Cambio / De acuerdo, de acuerdo /Pero de verdad una masacre.

Pedro María Martínez fue asesinado en Vitoria el 3 de marzo. Tenía 27 años y trabajaba en Forjas Alavesas. Francisco Aznar Clemente también. Tenía 17 años y era estudiante y operario de panadería. Romualdo Barroso Chaparro, de 19 años, quedó gravemente herido y murió poco después. Lo mismo les ocurrió a José Castillo García de 32 años, trabajador de Basa del Grupo Arregui, y a Bienvenido Pereda Moral, de 30 años, trabajador de grupos Diferenciales. Cinco obreros muertos por una acción criminal de la policía franquista que quedó impune. Manuel Fraga, fundador del PP, era en ese momento el ministro del interior y Martin Villa era el ministro de relaciones sindicales. Métase su ironía donde le quepa Don Rodolfo.

La solicitud de comparecencia que pidió Bildu y que solo apoyó Unidas Podemos en la mesa del Congreso, solo pretendía que un exministro fuera al Congreso a responder las preguntas de los diputados sobre las responsabilidades que él mismo reconoce que tuvo (aunque lo reconociera irónicamente). Nada más. 

Entiendo que a Martín Villa le quieran proteger los ultras de VOX y los de su partido. Entiendo también que la derecha mediática alabe su figura, pero que haya tantos políticos y periodistas que se definen a sí mismos como progresistas que también lo hagan, explica por qué la calidad de la democracia y del periodismo en España dejan tanto que desear.

Pablo Iglesias es doctor en ciencias políticas por la Universidad Complutense de Madrid, ex secretario general de Podemos y ex vicepresidente segundo del gobierno
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