De Jacques Delors a Marine Le Pen

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La líder de la extrema derecha en Francia, Marine Le Pen.

Hace unas semanas los medios de comunicación fueron llenos del primero de estos dos nombres a causa de su muerte; la última semana nos hemos encontrado mucho con el segundo a causa de su triunfo en Francia en las elecciones al Parlamento Europeo. Dos personajes franceses, uno que tuvo una importante repercusión en la historia de la UE, y otro que seguramente puede tenerla. La portada del ARA del domingo 16 refleja con intensidad ese momento. Casualmente, el pasado martes fui invitado a participar en un acto sobre la figura de Delors y sobre el futuro de Europa. Desde una visión muy personal, fruto de lo que viví hace unos 30 años, me gustaría expresar unas pocas ideas relativas al reto actual de Europa, a mis recuerdos ya la urgencia de algunas decisiones.

1. La coincidencia. No quiero que se me entienda mal, pero la coincidencia de la muerte de Delors con lo que podemos llamar la actual crisis francesa, y su repercusión en la evidente crisis de construcción de la UE, ofrece una oportunidad. La simultaneidad nos hace posible y más fácil recordar hechos e ideas que vivimos en aquella época de los 80 y 90, ideas que podríamos poner en conocimiento de las actuales generaciones jóvenes, ayudando así a combatir la comprensible desilusión y desconfianza que están creando muchas de las presentes actuaciones políticas, y que generan actitudes electorales de abstención, o de orientación hacia los extremos, tanto de izquierda como sobre todo de ultraderecha.

2. Los treinta gloriosos. Así es como los franceses bautizaron un período de algo más de 30 años, desde el Tratado de Roma hasta el Tratado de Maastricht, con la creación, consolidación y crecimiento de la actual UE. Yo tuve la suerte de que me tocó vivir, primero desde el ministerio en Madrid y después desde la Comisión en Bruselas, en los últimos 10 años de este fantástico período, coincidiendo con la década de presidencia de Delors (85-95 ), con quien pude colaborar. No os extrañe pues que haga una valoración muy positiva de aquella etapa de construcción, una etapa que fue perdiendo ritmo y calidad hacia finales del siglo, hasta llegar a la verdadera crisis de los últimos años. Es por eso que quisiera enunciar, aunque sea de manera sucinta, una serie de ideas sobre estrategias que deberíamos adoptar durante los próximos meses y años para evitar la destrucción de lo que se construyó y el peligro que todos los países europeos queden convertidos en estados irrelevantes en el panorama mundial.

3. Qué hacer. Elijo cuatro elementos importantes:

Primero. Afortunadamente, el resultado de las elecciones, pese al crecimiento de la extrema derecha, no ha cambiado la mayoría del Parlamento, constituida por fuerzas socialistas, democráticas y proeuropeas; por tanto, se pueden continuar e intensificar políticas como las que en los últimos cinco años se han hecho en relación con el Pacto Verde, las ayudas a los estados miembros para hacer frente a la crisis financiera, la compra común de las vacunas, o la toma de posición conjunta en las guerras de Ucrania y Gaza. La mayoría parlamentaria y la actuación de Ursula von der Leyen han sido adecuadas. Por tanto, sin que sea lo más deseable, es bueno apoyar la continuidad de Von der Leyen, evitando, sin embargo, que llegue a acuerdos no aceptables con Marine Le Pen.

Segundo. Una de las cosas que deben tener ahora prioridad es la mejora de la educación y los conocimientos en el conjunto de los países de la UE. La evolución demográfica y la carencia de recursos naturales hacen que Europa tenga que basar su fuerza en el liderazgo en nuevos conocimientos y tecnologías. Recordando mis años en la Comisión, me gustaría que revisáramos los contenidos del informe para la Unesco que se publicó bajo la presidencia de Delors titulado Educación: hay un tesoro escondido dentro. Seguro que debe actualizarse, pero sigue teniendo mucho valor.

Tercero. El número de miembros de la UE ha ido aumentando en las últimas décadas y todavía debe aumentar más. Pero la ampliación no puede seguir siendo una figura política basada sólo en un tratado, sino que debe regirse por una Constitución. Se debe conformar un modelo nuevo, parecido al federal, y debe acabar con los vetos y con la necesidad de aprobar las decisiones sólo si no hay ningún voto en contra, dando así paso a unas mayorías reguladas en función del tipo de temas a decidir.

Cuarto. Es necesario que el nuevo Parlamento y la nueva Comisión preste atención al informe que, a petición del Consejo Europeo y la Comisión Europea, ha hecho Enrico Letta, ex primer ministro italiano y, curiosamente, actual presidente del Instituto Delors. El informe Letta, entre otras cosas, considera que la energía, las telecomunicaciones y los mercados financieros deben ser los tres pilares de la estrategia económica europea de los próximos años, pero haciendo énfasis en la creación de un mercado único en estos ámbitos; llamada a avanzar en la unión de los mercados de capitales para evitar que las empresas salgan a buscarlos fuera de la UE; y pide que se formule una estrategia conjunta para conjurar el riesgo de la desindustrialización y de la pérdida de competitividad europea en comparación con Estados Unidos. Una serie de recomendaciones de cara al futuro que encuentro acertadas, de gran valor, y que en gran medida suponen una actualización de lo que fueron los buenos años del crecimiento.

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