Leemos en el ARA que "el Día del Trabajador debía llegar dos días después de que se aprobara el proyecto de ley para la reducción de la jornada laboral", pero el apagón "forzó al gobierno español a aplazar la aprobación de la medida". Yolanda Díaz ha dicho que "este Primero de Mayo será el último con una jornada laboral de 40 horas", porque el gobierno aprobará su reducción en el consejo de ministros del próximo martes. Mañana me depilarás.
Me gustaría trabajar menos horas, aunque el trabajo que hago –esta columna, entre otras escriturologías– me hace demasiado feliz, y sin tenerlo sería desgraciado. Pero ese privilegio sólo será para los asalariados. Cuando el otro día, con el apagón, el gobierno decía que los maestros estaban obligados a estar en los centros escolares hasta que los padres fueran a buscar a los niños, pensé que había maestros que también eran padres. ¿Cómo tenían que hacerlo ellos para ir a buscar a los propios niños? Siempre es así. Hablamos, teóricamente, de los derechos de algunos, y los derechos de algunos chocan con los derechos de los demás. Un asalariado podrá quizás tener la jornada reducida. Un peluquero, un profesor de autoescuela no, o no saldrá adelante. Es más, será necesario que haga más horas para compensar las horas libres de su trabajador.
Leí Del paro al ocio, del Racionero, y me subyugó. Quisiera tener días libres y, claro, dinero por no sufrir, o no tendrían ningún sentido, estos días libres. No veo la forma de ser una jubilada digna, con el dinero que voy a cobrar como autónoma. Sí, la vida es para disfrutarla, dice el titular del ARA por hablar de la jornada reducida. ¿Pero se puede gozar la vida con una hora menos a la semana? Quizás sí. Mi sensación es la del plate spinner: tengo que ir moviendo la vara, sin parar, para que el plato no me caiga en la cabeza.