Leonor no será hija adoptiva

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La princesa Leonor.

No lo será de Mallorca, al menos. El Consejo de Mallorca decidió hace unos días, con el voto en contra de Más y la abstención del PSOE, no aceptar la propuesta de otorgarle a la hija de Felipe y Letizia esta distinción, que sólo contó con los votos favorables del PP y de Vox. Había sido presentada, la propuesta, por el PP, que unos meses atrás comenzó una especie de campaña de adulación cortesana en la casa real española, concediéndole la Medalla de Oro (la máxima distinción civil que otorga el Govern Balear) a Sofía, la reina emérita. La ocasión sirvió para descubrir que todas las décadas que vimos a Sofía saludando con la mano sin decir palabra no eran una casualidad: resultó que la reina madre de España se mostró incapaz de hacer correctamente ni que fuera un breve discurso de agradecimiento en castellano, porque no sabe el idioma (y por supuesto, tampoco se tomó la molestia de saludar ni decir gracias en catalán, como hace su hijo). Atentos como siempre a las cosas que realmente interesan a la gente, la presidenta Marga Prohens y su equipo decidieron seguir haciendo reverencias de la madrina hasta la limpia. Pero esto ya no ha podido ser, y los comentarios en los ámbitos constitucionalistas han sido unánimes: Sánchez y Armengol, en colaboración con los socios de Bildu (Más concurrió a las europeas dentro de la coalición Ara Repúbliques, junto con ERC, Bildu y el BNG) han hecho un feo a la digna Leonor, privándolo la de un honor bien merecido. Según la prensa seria, que es la madrileña, los rojos hacen estas cosas por pura maldad congénita.

La relación de la Corona española con Mallorca es larga y densa, empezando por el hecho de que la familia real ocupa Marivent de hace muchos años como residencia de verano y lo hace de forma como mínimo indebida (el artista Joan de Saridakis dejó este edificio a las autoridades mallorquinas con la condición expresa de que se hiciera un museo de su obra y un centro cultural de uso público, abierto a la ciudadanía) y terminando por el escándalo del Instituto Nóos, que se gestó muy principalmente en Palma y por el que Iñaki Urdangarin acabó pagando con prisión como chivo expiatorio. Ya entonces, hubo que sacarlos, al susodicho Urdangarin ya su esposa Cristina de Borbón, el título de duques de Palma, y ​​también se retiró su nombre de una placa en la Rambla de la ciudad. Entre estas dos, digamos, hitos, el rey Juan Carlos protagonizó, de Mallorca, una larga lista de sus escándalos más reconocibles y característicos, con negocios turbios, amistades de categoría dudosa y amantes locales y foráneas. Y también, hay que decirlo, con una bien nutrida corte de lindos y lamas, que se enorgullecían de poder decir, en las reuniones sociales, que tenían algún tipo de contacto con el submundo de Marivent.

Teniendo la categoría de los actuales gobernantes de Baleares, lo mejor sería que prescindan de reconocimientos plebeyos, de esos que deben ser votados, y tiren por el derecho y levanten a Leonor una estatua ecuestre. Al lado del monumento a Rafa Nadal, que esperamos con candelas.

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