Como las librerías menorquinas

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La presidenta de Baleares, Marga Prohens.

Tal y como informa el ARA Baleares, la presidenta del Govern Balear, Marga Prohens, ha tenido un comienzo de semana movido. El mismo día, el lunes, protagonizó lo que ya se sabe que será la marca de su mandato: múltiples ataques contra la lengua catalana, la lengua que ella misma habla y en la que se educó. Sigue así, disciplinadamente, el paso que le marca Vox, aunque tanto ella como su ejecutivo le asumen, por lo que se ve, con diligencia, e incluso con gusto. En algún momento, como en aquel de la proposición de ley de la oficina lingüística que presentó Vox, el PP hace algo de comedia como si se resistiera, pero inmediatamente cede (o deja de hacer comedia) y se pliega a las exigencias del partido de Santiago Abascal.

La última de estas exigencias, que el PP de Baleares ya ha aceptado, es implantar la elección de lengua (un planteamiento que de entrada es inviable y contrario al Estatut ya la ley de Educación de Baleares) hasta segundo de primaria: en caso de realizarse, esto equivaldría a la segregación del alumnado por lengua, un despropósito que no hace más que incidir en la fractura y la desigualdad social, aparte de crear confusión y desaguisado en los centros de enseñanza. No ha tragado el PP ésta, que Vox ya pone otra sobre la mesa: suprimir el requisito de catalán para los docentes, como ya se hizo con el personal de la sanidad pública.

Fue justamente tratando de justificar esta medida que la presidenta hizo unas declaraciones que han tenido eco: “Quiero que trabajar en Baleares sea un regalo [para médicos y enfermeras, funcionarios y cuerpos y fuerzas de seguridad], no un castigo ”. La frase contiene una dosis de autoodio tan exagerada y viscosa que, de no venir de alguien que tiene responsabilidades de gobierno, produciría incluso lástima. Hay esta, digamos, línea comunicativa del PP (sin necesidad de que Vox les empuje) que consiste en decir cosas tan desmesuradas que se hace difícil tomárselos en serio: el mismo día, Feijóo amenazaba que la amnistía llevaba a España a seguir el camino de los Balcanes. Bueno, disparando enormidades todos los días, todo el día, por boca de sus dirigentes, cualquier intento de diálogo será estéril. No se puede conversar con quien se empeña en no moverse de la hipérbole.

En este sentido, un magnífico ejemplo de respuesta a la ofensiva ultranacionalista contra el catalán lo han dado las librerías de Menorca. En esta isla también gobierna un PP envalentonado con la anuencia de Vox, y el Consell de Menorca ha intentado desfigurar la Feria del Libro en Catalán, que se celebra cada año, por una supuesta Feria del Libro de Menorca que sólo tuviera libros de autores locales, intentando esconder que la lengua en la que escriben es el catalán. Las librerías han contestado las pretensiones y modos tramposos del conseller de Cultura, Joan Pons Torres, con un comunicado que le deja en evidencia y en el que se le hace saber, con elegancia pero con firmeza, que no puede contar con las librerías para esta Feria vergonzosa. Una actitud que merece ser aplaudida y seguida.

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