¡El de marketing no!

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Están depilando las barbas de nuestros vecinos, de forma que ya podemos ir poniendo a remojo las nuestras. La variante ómicron del covid ha llegado. Ya nos empiezan a decir que “vigilemos” con las cenas de empresa previas a las fiestas. ¿Qué quiere decir vigilar? Se lo diré. Quiere decir no enrollarse con el de marketing si no es estrictamente necesario. En las cenas de empresa, háganme caso, enróllense solo con los de su burbuja. Por lo tanto, con los de su departamento.

Sé que esto es pedir mucho. Justamente los de su departamento son de su burbuja porque pasan más rato con ellos que con su familia. Y ya se sabe que la consanguinidad no es buena, que se lo pregunten a los Borbones. La gracia de las cenas de empresa, justamente, es que los que no se conocen se conozcan y gracias a las copas (que no entran en el precio del menú cerrado) y al karaoke (optativo) se acompañen a casa o, si lo quieren más práctico, al lavabo.

Piensen, estimados y estimadas trabajadores y trabajadoras por cuenta ajena, que el de marketing ya tiene fama de, en cada cena de empresa, echar la caña allá donde le parece que hay pescado. Piensen que los foros de internet están llenos de gente que ha caído en las redes del de marketing y allí ha estado, meses, coleando, esperando whatsapps esporádicos que llegarán solo cuando el de marketing vaya al lavabo. Piensen que el de marketing hace años que dice que él y su mujer son como hermanos, que se separaría, pero no lo puede hacer por el dinero. Si no quieren que nos cierren el ocio nocturno, solo con los de su departamento. Lo digo yo que soy autónoma y cada año, el día de las cenas de empresa, me invito, solitaria, a una copa de cava y me doy las gracias por ser tan profesional conmigo misma.

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