El mejor regalo de Reyes

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Una niña entrega la carta a los Reyes durante la cabalgata en una imagen de archivo.

Si las previsiones no fallan, lo primero que nos traerán los Reyes es lluvia y, en época de sequía, eso sí es mágico. Pero a las criaturas el agua no les hará la misma ilusión porque les estropea su día del año. La cabalgata en remojo no es lo mismo. Quizá por los buenos recuerdos que tengo de pequeña, y me estoy justificando, que la noche y el día de Reyes tengan tantos seguidores felices me conmueve. Les veo la emoción y los nervios en una fantasía cuestionable pero en un tiempo que socialmente dedicamos a los niños. Es bonito ver cómo ocupan las calles con sus abrigos y sus sonrisas. Algunos también tienen miedo y lloran, porque cuesta entender todo, y porque la gente no suele ir vestida de paje por el mundo. Afortunadamente. El vestuario de los Reyes y compañía a mí tampoco me ha terminado de convencer. Demasiado barroco. Pero vienen los Reyes y se nos llenan los espacios de infancia. De la nuestra, de la suya. De ternura en tiempos interminables de guerras.

En Australia una mujer de 62 años ha recibido el permiso judicial pertinente para que extraigan esperma de su marido fallecido con 61. La demanda venía justificada porque el matrimonio había tenido dos hijos que murieron y se estaban planteando tener más descendencia a partir de la gestación subrogada de una prima de 20 años que, supuestamente, se había ofrecido de forma altruista como contenedor. Quizás era un acto de amor hacia el matrimonio, pero, hacia la futura descendencia, ¿qué es? Ana Obregón no está sola. Y nosotros, lejos de tener resueltos temas como la reproducción post mortem, la reproducción asistida o la edad de los progenitores, seguimos dejando abierto el debate ético sobre este tipo de demandas. No vamos a ponernos de acuerdo porque no nos ponemos de acuerdo sobre las prioridades. Y es posible que todo el mundo tenga razón y que la humanidad sea un campo experimental sin límites. Mi opinión es que no existe debate porque, por encima de todo, no se tienen en cuenta los derechos de los niños. Pero la realidad es que, en general, no se tienen en cuenta los derechos de los niños, así que tratamos solo los supuestos derechos de los adultos y a partir de ahí encendemos los debates. Y hay que añadir, porque es de vital importancia, la violencia contra las mujeres que implican a los terroríficamente llamados vientres de alquiler. Podemos ser muy racistas a la hora de criticar el nacimiento de nuevos catalanes y poco empáticos cuando hablamos de la compraventa de criaturas, por ejemplo.

Hay demasiados frentes abiertos, y eso que he pedido a los Reyes acotarlos. Sea como sea, ante estas situaciones en las que lo que menos se valora es la infancia, dan ganas de refugiarse en un lugar menos egoísta y más sensato. Pero no sé dónde está, exactamente. En las antípodas seguro que no. Y el debate no lo vamos a resolver hoy, obviamente. Ni acabará. Javier Milei ganó las elecciones defendiendo la compraventa de órganos humanos como un mercado más que no hay que menospreciar. "El problema es que todo lo tenga que regular el estado", decía Milei en campaña. Ahora es presidente de Argentina. Y estoy convencida de que él no se venderá ningún riñón, pero sobre todo espero que no se le ocurra venderse el cerebro.

Quizás nos parece mucho más escandaloso vendernos una parte del cuerpo que engendrar un cuerpo para otro. Quizás somos de los que vemos un mercado amplio y no tan limitado por la ética y la moral. Quizás donde unas leemos egoísmo otras lo entendemos como generosidad. Lo que es seguro es que las cabalgatas estarán llenas de ojos que todavía no han topado con la magia de la realidad, y es una buena noche para recordar que sus derechos siguen siendo un buen regalo para todo el año.

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