El melodrama de Nico

No he tenido ningún disgusto por el hecho de que Nico Williams no venga al Barça. Es un buen jugador, que con los 23 años que cumplirá la próxima semana tiene proyección de futuro, y que es capaz de marcar una época en un equipo de las posibilidades del Athletic Club, pero para el Barça no era imprescindible.

Por su parte, el Barça se ha metido solo y con turpitud en este fichaje frustrado. Fue Deco quien cometió ese error no forzado cuando avanzó hace quince días que "la idea de Nico siempre la hemos tenido" y que "si las circunstancias de Nico se dan, lo intentaremos". Una regla básica es no hablar de nombres hasta que el fichaje no está hecho, sobre todo cuando el Barça ha tenido problemas recientes para inscribir a jugadores, situación que ahora lo ha dejado entre la prepotencia y la miel en los labios.

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Y, como era de esperar, el no fichaje de Nico se ha convertido en un nuevo episodio del melodrama de Bilbao. El chico quería venir al Barça (como casi todo el mundo) justo ahora que el Athletic volverá a jugar la Champions, once años después de la última vez. Que la niña de los ojos de los rojiblancos quisiera marcharse era un duro golpe para la siempre bien dotada autoestima bilbaína, pero que quisiera marcharse al Barça era una traición, el despecho más insufrible, porque ya hace décadas (podríamos remontarnos a Kubala, pero lo dejaremos en las épocas de Clemente y Maradona hasta hoy en día) el Athletic está empeñado en sentirse ofendido por cualquier cosa que diga o haga el Barça, para disfrute de los altavoces de Madrid. Por supuesto, si Nico hubiera acabado vistiendo de blanco, no se habría opinado con el agror con el que se ha hablado del Barça estos días. El caso es que el Athletic ha salvado la perla de su cantera y el Barça tiene que seguir buscando las piezas que redondeen un equipo que el pasado año hizo disfrutar al mundo.