El mito de los caucus de Iowa

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La cepa de un árbol pintada con una imagen a favor de Donald Trump en Des Moines, Iowa, en EEUU, el 11 de enero.

En Estados Unidos hubo la leyenda de que el ganador en los caucus en el estado de Iowa en enero, como los de este lunes, tendía a convertirse en el candidato del partido para la elección presidencial en noviembre. Algunos aún repiten el mantra, ahora a favor de Donald Trump. Pero el mito de Iowa hace ya tiempo que se desmontó.

Los caucus son reuniones de vecinos y las primarias son elecciones con voto secreto; son dos sistemas para seleccionar delegados en la convención del partido en verano, de donde sale el candidato a la elección presidencial. Se empezaron a difundir en la mayoría de los cincuenta estados a partir de 1972. Antes, el candidato de cada partido era seleccionado en legendarias reuniones en cámaras llenas de humo por un puñado de políticos profesionales que consideraban sobre todo la probabilidad de que el candidato pudiera ganar la elección presidencial. En cambio, en los caucus y primarias participan las personas más politizadas y activistas, que valoran más las posiciones políticas e ideológicas del candidato que su competitividad electoral.

En Estados Unidos cada ciudadano debe registrarse como votante con un formulario donde puede elegir si se declara republicano, demócrata o independiente, o escribir a mano el nombre de algún otro partido menor. En la mayoría de los estados, solo pueden participar en los caucus o primarias quienes se inscriben como votantes del partido. Recientemente, el número de votantes registrados como independientes ha aumentado hasta cerca de la mitad y solo un 25% están registrados como republicanos. Así, cuando algunas encuestas dicen, por ejemplo, que Donald Trump tiene el apoyo del 50% de “los republicanos”, significa que tiene el apoyo de un (25 x 0,50 =) 12% de los votantes potenciales a la elección presidencial. La gran mayoría no presta atención al día a día político o todavía no ha decidido a quién votar.

Las sorpresas en Iowa han sido muy frecuentes. Desde 1980 ha habido once elecciones presidenciales, pero en cuatro no hubo primarias republicanas porque el presidente republicano en el cargo se presentaba a la reelección y no tenía rivales dentro del partido (como ocurre con el demócrata Joe Biden).

De los ganadores a los siete caucus republicanos de Iowa, solo dos se convirtieron en candidatos a presidente: Bob Dole y George W. Bush Jr., y solo el segundo ganó la presidencia. Entre los ganadores en Iowa que no se convirtieron en candidatos presidenciales se encuentran Mike Huckabee, Rick Santorum y Ted Cruz, de los que quizá alguien se acuerde en su casa.

En cambio, de los no ganadores en Iowa, cinco se convirtieron en candidatos del partido: dos perdieron la elección presidencial, John McCain y Mitt Romney, pero tres, Ronald Reagan, George HW Bush SR. y Donald Trump, la ganaron. En resumen: tres de los cuatro presidentes republicanos más recientes no habían ganado en los caucus de Iowa.

De hecho, Iowa es solo el comienzo de una serie de comicios que durará cinco meses. Suele decirse que, junto con las primarias en New Hampshire ocho días después, tienen un “efecto demostración”. Hay un alud de noticias sobre el tema, se supone que el ganador recibe un fuerte impulso inicial, las expectativas se sobreestiman, abunda el entusiasmo, muchos corren a apuntarse al esperado caballo ganador. Pero el efecto más concreto es que algunos candidatos se retiran después de Iowa y New Hampshire, como ya ha hecho Chris Christie unos días antes y harán muy pronto a los otros supervivientes que ya han desaparecido de escena.

Esta vez Donald Trump actúa como si se presentara a una reelección; no aparece en los debates con los demás aspirantes republicanos, pero a pesar de haber sido presidente, no tiene la ventaja que tienen los ocupantes de la Casa Blanca. En los próximos meses, los procesos judiciales que le persiguen pueden tener un efecto letal. Si obtuviera menos de la mitad de los votos en Iowa, el mensaje sería que hay una mayoría de los republicanos más activos que preferirían a otro candidato.

La competencia sería entonces para quedar en segundo lugar, desde el que podría aspirarse a agrupar esta hipotética mayoría en las sucesivas primarias. Si el gobernador de Florida, Ron DeSantis, no quedara en segundo lugar, probablemente volvería a su trabajo en el estado soleado, que ya le empieza a ser menos favorable. En cambio, Nikki Haley, ex gobernadora de Carolina del Sur y ex embajadora en la ONU, aunque quedara en tercer lugar en Iowa, tendría empuje para las siguientes primarias en New Hampshire, donde tiene mucho más apoyo, y podría convertirse en la gran alternativa a Trump. Lo sabremos pronto.

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