La monarquía espectáculo

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La princesa Leonor después de jurar la Constitución en su 18 aniversario.

1. Desfici. En Madrid le han montado gorda con motivo del juramento de la Constitución por parte de la princesa Leonor. Cortes de tráfico, pantallas gigantes, banderas de España y un despliegue político y mediático de excepción. Desde la distancia da mucha pereza esta desazón, con encuestas que pretenden demostrar que las nuevas generaciones están entregadas a la joven princesa.

Sorprende leer que este acto asegura la continuidad de la Corona, ¿tan justa va de consistencia? Y los elogios que se dedican a una joven que no ha tenido opción de escoger en la vida y que apenas comienza el largo camino al que se le ha destinado. "Inteligente, impulsiva y muy emocional", dicen. E incluso hay quien recuerda que ha sido educada por su madre y su abuela materna de sensibilidad republicana. Es grotesco, pero también cierto que las monarquías están hechas por estas parafernalias. Los reyes no escapan a la desnudez propia de los humanos. Y hace falta mucho teatro para vestir al protagonista cuando a alguien se le quiere subir por encima de los demás, como portador de una irracional legitimidad genética. Un día de espectáculo para que la derecha compense la ruptura de España que nos está anunciando desde hace días y para que el gobierno pueda hacer olvidar, aunque sea por unas horas, la amnistía o la foto con Puigdemont, que para unos abre paso a la calma y para otros es un pecado de lesa patria.

2. Herencia. Pero, en medio de ese panorama, lo que me sorprende son algunos intentos, con pretensión teórica, de legitimar a la monarquía. Con ocasión de su visita a la exposición sobre la historia de la radio en el CCCB, el rey emérito ante una foto de Franco me dijo: “Éste me nombró. Lo sabe todo el mundo. ¿Qué debo hacer? Hacer ver que no sé”. Y efectivamente es así: la restauración monárquica es una herencia del franquismo. Probablemente, sin ese puente la Transición habría sido mucho más difícil. No olvidemos que el único gesto de legitimidad republicana vino de Catalunya, con una frase histórica del presidente Tarradellas cuando llegó: “Ciudadanos de Catalunya [república], ya estoy aquí [continuidad]". En 1982, cuando la abrumadora victoria del PSOE completaba el ciclo de la Transición, ¿seguía siendo útil y necesaria la monarquía?

Por muchas vueltas que se den, una institución aristocrática siempre resultará extraña en un contexto democrático. Ante esta evidencia suele argumentarse que la Corona no tiene poder efectivo. ¿Por qué la tenemos entonces? "Encarna la unidad del Estado", dicen. ¿El rey no tiene poder, pero sin embargo la Constitución le otorga "el mando supremo de las fuerzas armadas"? ¿Les parece poco? Al mismo tiempo, "sanciona y promulga las leyes" y "convoca y disuelve las Cortes Generales". decir, tiene la última palabra en circunstancias cruciales.No puede ejercerla libremente.¿Y si lo hace?La monarquía sirvió en una circunstancia excepcional para hacer una transición razonable.¿Será la democracia capaz de liberarse de ella un día ?

3. Patria. De hecho, donde esperan la monarquía sus incondicionales es en la defensa de la unidad de España. Y en ese terreno el rey Felipe VI se lució en su famoso discurso televisado del 3 de octubre del 2017. Ni una sola consideración para los ciudadanos que participaron en el referéndum, ni una sola interrogación sobre el porqué de lo que estaba pasando , ni una sola apelación al diálogo, a la palabra. Simplemente, con un lenguaje duro y sin contemplaciones, se puso al frente de la vía represiva sin la menor consideración para una parte de su reino: Cataluña. La Corona como garante de la nación (no de la democracia). Ésta es la idea que se ha ido imponiendo y que ha llevado hoy el espectáculo a la calle, con Leonor como protagonista. La continuidad de la monarquía está garantizada. Tenemos la reina de repuesto a punto, dicen. ¿Tan débil lo ven todo? En cualquier caso, un detalle significativo: dos ausencias, el presidente catalán y el vasco, que sí estuvieron en la investidura de su padre.

Todo ello, un ruido evidentemente interesado en un momento en el que Pedro Sánchez está intentando una cierta reconstrucción de las relaciones rotas hace seis años. La monarquía es utilizada y se deja utilizar. Es su forma de supervivencia: contra los enemigos de España.

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