La música de la IA
Un estudio coordinado por la Universitat Autònoma de Barcelona ha hecho una investigación que demuestra que la música generada por inteligencia artificial puede provocar una respuesta emocional más intensa que la compuesta por humanos. El experimento, realizado con 88 personas, mostró que aquellos que escuchaban música creada por IA –especialmente la elaborada con instrucciones complejas– presentaban una mayor dilatación pupilar, más parpadeos y respuestas cutáneas más intensas. Es decir: una mayor activación emocional.
Lo verdaderamente inquietante no es que una máquina consiga imitar una sinfonía o que pueda generar piezas útiles para anuncios o videojuegos. Lo que marca un antes y un después es que empiece a hacerlo con una aparente eficacia emocional superior. Porque el arte no es solo resultado. Es también origen. Y si algo ha caracterizado al arte, desde sus orígenes más remotos, es su raíz emocional humana. La música -como la poesía, como la pintura- surge de emociones auténticas: del dolor, del amor, de la pérdida, de la admiración. Pero la inteligencia artificial no siente. No llora, no recuerda, no añora. Solo calcula. Y lo que nos emociona en estas nuevas piezas no son emociones de la máquina, sino rastros estadísticos de emociones humanas almacenadas en bases de datos. Estamos escuchando probabilidades, no vivencias. Lo transformador –y a la vez inquietante– es que llegaremos, en poco tiempo, a dar por buena como estímulo de nuestras emociones una música sin alma.
No se trata de negar que la IA pueda convertirse en una herramienta creativa útil para la música. Pero hay algo esencial que no podemos perder en el camino: el derecho a saber. Así como distinguimos entre una pieza original y una copia, o entre un alimento natural y uno sintético, deberíamos tener el derecho –como oyentes o consumidores de música– de saber si lo que escuchamos ha sido creado por una persona o por un modelo automático. Porque la música no es solo algo que se escucha. Es una forma de comunicación entre dos seres humanos a través de los sonidos. Cuando escuchamos, conectamos con la vivencia y emoción de otra persona. El arte es esto: una forma de comunicación de sentimientos entre seres humanos.
La música de la IA es bienvenida, pero tiene que llegar con etiqueta informativa. Luego, que cada uno decida. En un futuro próximo habrá quien se enamore de su robot. Pero al menos sabrá que no es una persona. Pues eso, pero con música.