El pleno del Parlament, en una foto de archivo.
21/03/2025
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Al igual que con la lengua, hay temas con los que no podemos jugar o especular, que es necesario abordar necesariamente sobre la base del consenso y no de la confrontación ni del tacticismo. La última "Mirada desde el catalanismo" de Puertas Abiertas del Catalanismo habla de esto. La nota de opinión elaborada por la junta de la asociación considera que por ahora estos temas prioritarios son tres: lengua, autogobierno e inmigración.

Hay una ola de confrontación y de polarización en la vida política y social, que ha llegado al paroxismo con la nueva presidencia de Donald Trump y que afecta a todos los países de nuestro entorno. A Cataluña también le afecta este clima tenso y polarizado. No somos, ciertamente, un oasis aislado del mundo. Pero después de una época muy difícil marcada por el Proceso parece que se dan las circunstancias –y diría que también la necesidad– para entrar en una etapa de mayor diálogo entre los diversos actores políticos catalanes.

En Portes Obertes del Catalanisme somos conscientes de la relación de rivalidad, a veces bastante contradictoria, entre las dos fuerzas principales del independentismo (Juntos y ERC), que condiciona demasiadas decisiones ya menudo impide avanzar. También del deterioro de la actividad institucional que se ha instalado en la política española y de la enorme dificultad de encontrar espacios de colaboración entre el Partido Socialista y el Partido Popular. Pero a pesar de ello, creemos que el nuevo clima aportado por la presidencia de Salvador Illa inicia un período que podría ser bastante positivo para Cataluña (y también para España) si los grupos parlamentarios acertaran a encontrar vías de colaboración entre ellos.

Muchas de las cuestiones que deben ocupar la agenda catalana deben ser objeto de debate y, eventualmente, de compromiso o pacto, aunque haya aspectos programáticos que lo hagan difícil. Esto no debe extrañarnos ni alarmarnos. En los grandes proyectos de infraestructuras (red ferroviaria, aeropuerto, ejes viarios o instalaciones energéticas) o en la agenda social (desarrollo de la reforma laboral, disminución de la jornada, política de vivienda...), existen puntos de vista diferentes que responden a planteamientos, ideologías o visiones del país diferenciadas. La discrepancia, que no debe impedir el diálogo, forma parte de la lógica democrática.

Pero los temas que he citado al principio del artículo (lengua, inmigración, autogobierno) deberían formar parte –y así lo proponemos desde Puertas Abiertas del Catalanismo– de unos nuevos consensos nacionales al margen de la confrontación táctica y de los intereses legítimos de cada fuerza política.

En el caso de la lengua, creemos que es posible un consenso nacional basado en cuatro puntos: el reconocimiento del papel definitorio del catalán en la personalidad nacional de Cataluña y al mismo tiempo el reconocimiento y respeto de la realidad sociolingüística del país; el apoyo a las necesarias medidas de fomento del uso social del catalán, especialmente en ámbitos como la comunicación, la tecnología, la actividad económica y financiera o el mundo jurídico; el respeto a los objetivos en el ámbito escolar, que no son otros que asegurar que al terminar la educación obligatoria todo el mundo conoce, comprende, usa y aprecia las dos lenguas del país y, finalmente, la renuncia a cualquier actuación que pretenda situar al catalán como una lengua secundaria o al castellano como una lengua foránea.

Lo mismo decimos sobre la mejora de nuestro autogobierno, que se puede y debe mejorar reforzando las competencias de la Generalitat y sus capacidades financieras y normativas. Una mejora del autogobierno que debe contribuir a la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos y que conviene inscribirse en la lógica de las reformas territoriales que necesita España.

Y, por último, un consenso sobre la inmigración que considere a las personas migrantes como titulares de los mismos derechos y los mismos deberes que tienen hoy los ciudadanos y ciudadanas de Cataluña. También que reconozca la necesidad y la urgencia de gestionar correctamente el fenómeno, es decir, que existan políticas públicas y medios que aseguren que los servicios públicos se dimensionan adecuadamente para atender a la totalidad de la población.

Son consensos que ayudarían a crear una atmósfera más propicia para la convivencia, la cohesión nacional y la capacidad de progresar de nuestra sociedad, ya huir de la confrontación sistemática, empobrecedora, que tanto perjudica a la vida democrática y su prestigio.

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