Occidente ante la alianza Pekín-Moscú

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El presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo chino, Xi Jinping

BarcelonaDesde el inicio de la invasión rusa en Ucrania, China se ha movido con una cierta ambigüedad para, sin mostrar un apoyo absoluto a Moscú, marcar distancias con la posición de las potencias occidentales. Esta ambigüedad se ha deshecho en la cumbre de Samarcanda entre los líderes de los dos países, donde Xi Jinping ha hecho una declaración invitando a Vladímir Putin al mundo cambiante del futuro. 

"Ante los grandiosos cambios de nuestro tiempo en el ámbito mundial, nunca vistos antes, estamos dispuestos a servir de ejemplo con los colegas rusos como potencias mundiales responsables. Y a jugar un papel de liderazgo para conducir este mundo rápidamente cambiante a una trayectoria de desarrollo estable y positivo", ha dicho Xi en una declaración previa al encuentro. Por su parte, Putin ha agradecido a su homólogo la "posición equilibrada" de China en el conflicto ucraniano. Así pues, uno de los peores escenarios que se podían prever con el estallido de la guerra, que era una alianza entre China y Rusia contra Occidente, parece cerca de hacerse realidad.

Es verdad que, inmerso en su enfrentamiento con Estados Unidos por la hegemonía mundial, Pekín ha encontrado ahora en Moscú un aliado necesitado al que puede usar a conveniencia para desgastar a Occidente. Mientras tanto, para un Putin con muchos problemas después de la contraofensiva ucraniana de las últimas semanas, abrazarse a China es de las pocas oportunidades de mejora que le quedan.

Ahora bien, está por ver que la sociedad rusa, fuertemente occidentalitzada desde el hundimiento de la URSS, acepte el camino marcado por su líder, que da la espalda a Europa y a Estados Unidos para mirar hacia Pekín, con todo lo que esto conlleva en términos económicos, políticos e incluso culturales.

En todo caso, la UE y EE.UU. tienen que tomar nota y empezar a prever qué implicaciones tiene esta alianza y qué medidas se tienen que tomar. Para empezar, como ya dijo Ursula von der Leyen en el Parlamento Europeo, la UE tiene que profundizar en su autonomía estratégica para no estar en manos de regímenes como el de Putin o el chino en aspectos clave para el desarrollo económico como por ejemplo la energía o las materias primas.

Ahora se empieza a ver que el mundo del made in China, que comportaba productos baratos para los occidentales a cambio de deslocalizaciones de empresas que buscaban reducir costes, tenía una siniestra cara B: el fortalecimiento del régimen autoritario chino. Durante años muchos empresarios occidentales hicieron negocios en Rusia y en China ignorando esta realidad e incluso alabando algunos aspectos de estos regímenes autoritarios. Pues bien, ahora se ven claramente los costes de hacer que la economía viva al margen de principios básicos como los derechos humanos o la democracia.

Y es que las viejas democracias liberales, con una demografía débil y una economía en decadencia, se ven ahora amenazadas por estos regímenes iliberales que ya no se conforman con ser la fábrica del mundo. Quieren dominarlo e imponer sus valores. La invasión de Ucrania es más que un conflicto regional.

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