Papasseit (y Estellés, Guimerà, March)

Se presentó, hace unos días, el Año Joan Salvat-Papasseit, que, con motivo del centenario de la muerte del autor deEl poema de la rosa en los labios, se propone celebrar, divulgar y estudiar su obra y figura. Coincide en el tiempo con el Año Vicent Andrés Estellés, que conmemora el centenario de su nacimiento, y con el Any Àngel Guimerà, que, como Papasseit, hace cien años que se fue de este mundo. No hay inconveniente en estas coincidencias, al contrario: las celebraciones de los grandes autores, cuando se hacen bien, se alimentan mutuamente. Lo demostró recientemente la celebración paralela de los años dedicados a Joan Fuster ya Gabriel Ferrater, comisariados, respectivamente, por Enric Sòria y Jordi Cornudella.

Se trata, en todos los casos, de programas institucionales que incluyen actividades de todo tipo pensadas para fomentar el conocimiento de estos nombres de referencia de las letras catalanas, en diversos niveles y ámbitos de la sociedad, de las escuelas en las universidades, pasando por la música popular, los medios de comunicación y todo lo que se quiera imaginar. Es seguro que los comisarios encargados de coordinar estos programas (Ferran Aisa el Año Papasseit, Àngels Gregori el Año Estellés, Ramon Bacardit el Año Guimerà) sabrán trabajar no sólo para recoger o desarrollar las mejores propuestas para cada uno de los autores, sino también por ponerlas en diálogo. Al fin y al cabo, una literatura es un sistema, y ​​los autores y las obras tienen más sentido cuanto más cerca se buscan y se observan las interrelaciones entre ellos. De entrada, Guimerà, Papasseit y Estellés tienen en común el elemento vertebrador de la lengua catalana, a la que cada uno de ellos dedicó todo su esfuerzo, en momentos tanto o más duros o inciertos (yo diría que bastante más) que los actuales. Y de entrada, también, el Any Papasseit nos ofrece ya una doble gran ganancia: la obra poética completa del autor en dos ediciones, la de Godall Edicions con Lo Diable Gros, y la de Edicions 62.

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Otro hilo rojo entre los poetas Papasseit y Estellés y el dramaturgo Guimerà (que también fue poeta, aunque lo conocemos sobre todo por su teatro) es el vitalismo. Papaseit, cómo lo ha descrito Ignasi Aragay, es el poeta del optimismo erótico-sensual. Y quizá con más amargura, pero también como un nervio conductor, la fuerza erótica actúa como un alegato vitalista en los versos y dramas de Estellés y Guimerà. Es más: esta misma fuerza es también el tema y el impulso creativo, a la vez, de buena parte de la poesía del padre de todos ellos, Ausiàs March: justamente este pasado fin de semana se ha celebrado, en su Gandia natal , el Tres de March, un festival que ha llegado a la quinta edición y que consiste en tres días dedicados a disfrutar y enaltecer uno de los mayores de la poesía europea de su tiempo.

Vitalismo y vitalidad. Poetas del XV y del XX que llevan a la literatura catalana hasta el XXI como una literatura europea plenamente viva, tan paradójicamente como se quiera en un país que se entretiene fantaseando con su propia desaparición.