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Passar página

La campaña electoral que el Sr. Salvador Illa desarrolló hasta el viernes se basó en el planteamiento de “pasar página”, es decir, olvidar el pasado y pensar en el futuro.

Es paralelo a aquello que propuso el presidente Pedro Sánchez para ganar la moción de censura. Mirar hacia adelante y olvidar el pasado siempre es positivo. Entonces funcionó porque todo el mundo podía partir del mismo punto.

En Catalunya, sin embargo, este planteamiento es más difícil. ¿Cómo pasan página los que están en el exilio, los que están en la prisión, los que están pendientes de juicio?

Para que este principio funcione, se les tiene que encontrar una solución.

No es igual olvidar aquello que ya ha sido hecho y no tiene remedio que olvidar aquello que está todavía presente, tiene efecto y continúa vivo.

Una persona se desinfecta las manos antes de votar en el IES Viladomat, de Barcelona

Cuando el Sr. Illa se presenta como un mensajero de una nueva época, tiene que permitir y hacer posible que todo el mundo “pase página” pudiendo olvidar el pasado porque está cerrado, porque está cerrado para todos.

Cuando una acción u omisión del pasado ha tenido efectos negativos, pero ahora ya no hay nada que hacer, se puede elegir entre vivir con el rencor del pasado por el agravio sufrido u olvidarlo. Es mejor olvidar porque a quien más perjudica el rencor es a quien lo practica. Pero, mientras el daño está vivo y se sufre, pasar página es imposible precisamente porque el daño subsiste.

Es por eso que la llegada de un nuevo candidato como el Sr. Illa, que conoce Catalunya pero ahora mismo vuelve después de una temporada fuera, que es capaz y tiene experiencia, pierde fuerza si no se prevén medidas para que su mensaje, “pasar página”, sea efectivo y creíble. El partido que lo presenta no lo puede condenar a la incoherencia de su mensaje.

El elector encuentra difícil de olvidar la falta de solidez. “Empezamos una nueva época, pero no cerraremos la pasada”. El mensaje de olvidar el pasado, de criticar la falta de un gobierno efectivo, de prometer y plantear una nueva época, pierde fuerza, mucha, si no se es coherente; en este caso, si el mensaje no va acompañado de un indulto para todos aquellos que siguen sufriendo la represión. Hay más cosas, seguro, pero esta es capital.

¿Estamos seguros de que lo que conviene al país es prometer no pactar con el PSC, unos, y prometer no pactar con el independentismo, los otros?

Catalunya tiene ciudadanos independentistas y ciudadanos que no lo son. Si se quiere ser presidente se tiene que contar con los dos grupos porque los dos forman parte del país. Solo quién lo entienda y lo practique puede ser presidente de todos y no solo de la mitad. Es una realidad que se acabará imponiendo porque es inevitable.

Es bueno que sea así: los candidatos han tenido que hacer campaña y marcar perfil. Ahora toca hacer gobierno y servir al país. ¿Cómo se hace esto desde la exclusión? Hay dos líneas de pensamiento. Los partidos unionistas abogan por concentrarse en la mejora de la gestión, gobernar mejor. Los independentistas en conseguir más recursos para poderlo hacer. Es el huevo y la gallina, discutirlo es perder el tiempo: los dos elementos son importantes y necesarios. La cuestión es qué es más urgente. Hume, un empirista escocés que intentó encontrar las raíces del bien moral, concluye: “El caso es el mismo con la capacidad de juicio y la inteligencia (...) En sí mismas son indiferentes respecto de los intereses de la sociedad, pero llevan al bien o al mal según cómo sean dirigidos por aquellas otras capacidades y experiencias”.

Como pasará, como la exclusión se volverá políticamente inviable y tóxica, cuanto antes lo reconozcan y lo acepten, mejor, por su interés político personal y por el de su partido. La condición de unos y otros para hacerlo tendría que ser el indulto.

El indulto es una potestad del consejo de ministros. No es borrar el pasado, es perdonarlo. Es conocido los que unos y otros quieren: la amnistía, unos, y el cumplimiento integral de las penas, los otros. Pero el indulto es el camino del medio, y por eso no gusta del todo a nadie, y por eso mismo es útil.

Que el Tribunal Supremo no haya hecho llegar el informe preceptivo no puede ser una excusa. El poder judicial es independiente y tiene el derecho y la obligación de hacer un informe al gobierno de España, y el gobierno de España tiene que decidir con libertad porque el informe no es vinculante. Retrasarlo como se está haciendo es utilizar la legalidad vigente en beneficio de una determinada opción política. Y esta legalidad es la que todos tenemos que cumplir, también los jueces. Hace falta que todo el mundo haga el trabajo, permítanme decirlo con palabras grandes, por el bien de Catalunya y por el bien de España.

Hay tantas cosas importantes que se tienen que hacer y que no se pueden perder... Vacunar a la población y acabar con la pandemia, programas europeos para mejorar la economía, pactar el presupuesto de la Generalitat cada año y no uno de cada tres, mejorar la inversión en I+D más allá del 2,5% del PIB, incrementar el presupuesto en salud y educación, acabar con la invasión de los cuerpos del Estado en la política, defender la lengua y la cultura catalanas, mejorar las infraestructuras, reducir el déficit catalán para pagar el mayor gasto público que reclaman todos los partidos sin excepción... y tantas cosas más. No hay tiempo que perder. Para nada.

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