ANTES DE AHORA

Pequeña nota de una pequeña autobiografía (1907)

Piezas históricas

Gabriel Alomar
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Gabriel Alomar.

Del artículo de Gabriel Alomar (Palma, 1873-El Cairo, 1941) a El Pueblo Catalán (10-IV-1907). Texto prenormativo. Es necesario ahora el 115 aniversario de la publicación en Le Figaro del Manifiesto Futurista del poeta francés de origen italiano Filippo Tommaso Marinetti, [Alexandria, Egipto,1876-Bellagio, Italia, 1944]. Dos años antes ya había hablado del futurismo el poeta y periodista Gabriel Alomar, un referente del activismo de izquierdas y de la literatura de ese cambio de siglo en Baleares, las islas que hoy justamente celebran su Diada. Es casual que el territorio de Egipto también asocie a Marinetti a Alomar, país donde el primero nació y el segundo murió.

Es un caso curiosísimo. El otro día un amigo mío me mostró un número atrasado deEspaña Nueva, donde veo un pequeño artículo del periodista Pedro González-Blanco [Luanco, Asturias, 1879-Vilaseca de la Sagra, Castilla, 1961] titulado “El futurismo”. Leo, esperando encontrar, naturalmente, una alusión directa a mí, y con estupefacción me entero de lo que sigue: el futurismo, sistema filosófico y teoría política, es desconocido en España, sin embargo haberlo proclamado este verano (?) en Oviedo unos cuantos “telarañistas”. Más: este sistema fue expresado definitivamente en el libro de James Camlet En History of Future Political Countries. Hijo del industrialismo atlántico y del imperialismo mediterráneo, participa de la idea saint-simoniana, la idea romana, con algo de imaginismo. Existe, además, una distinción que hacer entre el futurismo arbitrario y el metodológico; sobre éste, sirven de excelente documentación las últimas lecciones dadas en Plumckake por el sabio profesor de Paradoxismo comparado, Mr. Habugmann. Leía y releía esta enfática enumeración, y las líneas, las letras, los conceptos bailaban a grandes saltos ante mi vista. ¿Cómo? ¿Es que yo estaba alucinado? ¿Sufría el comienzo de un delirio de persecuciones? ¿Es que yo no existía? ¡Pero no podía ser! Yo bien creía que un cierto día, el 18 de junio de 1904, en el Ateneo de Barcelona, ​​un hombre muy parecido a mí había dado una conferencia bautizada, algo pretenciosamente, con el nombre de Futurismo. ¡Y esa palabra, buena o mala, pedantesca o justa, era la primera vuelta que sonaba, no sólo en España, sino allí donde estuviera! Y aquel concepto, congriado en esa imagen plástica y viva era la primera vuelta que se encarnara, junto con el de Filia, o personificación de las descendencias y de los advenimientos sin fin, por oposición a Patria, imagen incorpore de las tradiciones y de las ascendencias. Que si futurismo era la teoría, la escuela, el sujeto, el actor, filia era la materia, el objeto, la cosa. Y he aquí que, de repente, las palabras y las ideas que uno había engendrado, que uno había procreado, se insubordinaban, se emancipaban, se declaraban en rebeldía. ¿Era esto una pequeña gloria? ¿Era un disgusto? [...] En realidad, mi pequeño ensayo, alto o bajo, había influido más o menos en la generación joven del catalanismo, y tal vez en la acentuación de las izquierdas y de los “avancistas” catalanes. Era en verdad, obra mía pura, carne de mi carne, sangre de mi sangre, pero era también obra de Cataluña, y había aportado su grano de arena al tesoro de la tierra, su sillería en el edificio de la ciudad nueva . Y cuando un castellano, con indudable buena fe, desconocía la originalidad del pensamiento, era necesario rectificar el error. [...]

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