Pasan los años, la cultura política española permanece. ¿Se reúne el presidente del gobierno español con los presidentes de las diecisiete autonomías y de qué hablan? Correcto: el tema es Catalunya, o sea, el dinero de los catalanes que financia una parte imprescindible para mantener el estado del bienestar en España.
Como es costumbre, no menciona la palabra dinero sino el concepto solidaridad, con el bien entendido de que somos nosotros los que debemos ejercerla obligatoriamente, aunque sea a costa de la solidaridad con los catalanes que tienen menos y del mantenimiento de una sanidad y una educación acorde con las necesidades de la Cataluña de los ocho millones. Mientras tanto, presidentes autonómicos como el de Andalucía se jactan de bajar los impuestos a los andaluces (se ve que la solidaridad entre andaluces es optativa) porque, total, ya vendrá alguien otro a pagar la fiesta y, si no, pobre de él , que será objeto de una nueva campaña de denuncia de su insolidaridad.
Este estado de cosas es económicamente insostenible para Cataluña, aparte de obscenamiento injusto y moralmente inaceptable. Por eso, entre otras razones, el independentismo ha llegado hasta dónde ha llegado. El presidente Isla ha anunciado esta semana que viajará por España a escuchar ya ser escuchado. Pero toda su lealtad constitucional y sus buenas formas no serán suficientes para conseguir una mejora del sistema de financiación que no sea la enésima tomadura de pelo acompañada del correspondiente cepillado. Y ya sabe que enfrente no tiene solo al PP, sino también al PSOE. El president Montilla y el conseller Castells le pueden explicar cómo les hacían todos los trucos de la bolita. Si, como dice, quiere ser el presidente de todos los catalanes, debe ser el primer defensor de sus intereses, para empezar frente a su amigo Pedro Sánchez. Que tenga el mayor de los aciertos, porque su éxito será el de todos.