Carlos González, pedagogo, escribía en el ARA un artículo, Enseñando "la forma correcta" de beber, sobre jóvenes y consumo de alcohol. Alarmado, explicaba que había asistido a un acto “informativo para padres”, de una fundación llamada Alcohol y Sociedad, en cuyo patronato hay grandes empresas de los espirituosos. Las estrategias de esta fundación consistían en “retrasar la edad de inicio del consumo, reducir la cantidad de menores que beben alcohol y reducir la cantidad de alcohol que éstos ingieren”. Carlos se quejaba así: “En serio: ¿los fabricantes de alcohol quieren vender menos alcohol, o quieren vender más alcohol? ¿Existe algún fabricante de cualquier producto que haga, voluntariamente ya propósito, algo para disminuir las ventas?”
Le contesto. Sí. Hay fabricantes que desean menos alcohol. Se trata de quienes hacen vino. Es evidente que hay empresas que trabajan el volumen, pero las hay justamente que quieren hacer pocas botellas y más únicas. Muchas de las bodegas que salen el domingo en esta página sobre vino que tan feliz escribo no sacan todas las añadas. Buscan tipicidad, buscan calidad.
Una cosa es el ron o la ginebra para un cubata, y la otra cosa es el vino (y diciendo vino digo también, claro, burbujas). El vino quiere un consumo tranquilo, nada alocado. El vino debe beberse con copa. No se puede beber por la calle en vaso de plástico, como puedes beber una cerveza o un cubata. Al vino, en general, no le puedes echar dos cubitos de hielo. La botella debe abrirse con sacacorchos. Todos estos condicionantes, que resultan un problema para acercarlo a los jóvenes, son también la garantía de que no va a ser bebido a hocico, en un descampado. Siempre tendremos el depresivo deEntre Copas, que se termina bebiendo un Cheval Blanco al McDonalds en vaso de goleada. Pero, en general, no es así.
El vino es la garantía del consumo responsable, que está ahí. Porque el vino es cultura. En cuanto a los espirituosos, la garantía del consumo responsable, del disfrute, son las coctelerías.
