Barcelona debe ser sostenible económica y ambientalmente.
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Hace tiempo que se habla de las smart cities para referirse a grandes conurbaciones como ciudades inteligentes, planteadas de forma sostenible y, a la vez, rentable.

El gran reto es, precisamente, aunar sostenibilidad y economía. Smart significa inteligente, listo, elegante. Pero en gestión organizativa utilizamos el acrónimo SMART para referirnos a los objetivos. Se considera que un objetivo empresarial, organizativo o institucional está bien definido si cumple todas las letras: S de specific (el objetivo debe ser concreto); M de measurable (debe ser medible); A de achievable (debe ser alcanzable); R (debe ser relevante, algunos prefieren la R de realista); T de timely (debe referirse a un objetivo temporal).

Barcelona tiene un problema. Nos hemos propuesto convertirla en una smart city sin objetivos que cumplan las letras de SMART, que son las que aseguran que lo que se pone en marcha es factible y se podrá monitorizar. La ciudad es cada vez más verde y sostenible en términos de medio ambiente, pero estamos perdiendo muchas oportunidades económicas y la delincuencia aumenta a uno de los peores ratios de las principales ciudades de España.

Creo que deberíamos definir para la economía y la sostenibilidad –que a menudo chocan– unos objetivos SMART. Hay muchos indicadores posibles, pero estos serían suficientes.

En sostenibilidad: las emisiones de CO₂, porcentaje de energía renovable sobre el total consumido, reducción de residuos y aumento del reciclaje, metros cuadrados verdes por habitante.

En economía: crecimiento del PIB por habitante, tasa de paro, inversión extranjera directa y aumento del turismo en ingresos y visitantes.

Fijaos que de estos indicadores se pueden perfectamente fijar objetivos SMART. Porque no se trata solo de hacer una ciudad más saludable, sino de que, en este esfuerzo, no perdamos bienestar económico, porque perder riqueza no permitirá, en el futuro, sostener la sostenibilidad. Y siento el fácil juego de palabras, pero no debemos olvidar que la sostenibilidad debe ser también sostenible. Y para eso se necesita dinero.

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