ANTES DE AHORA

Teatro político. Una obra de Bruckner (1938)

Piezas históricas

Lluís Capdevila
2 min
Ferdinand Bruckner.

Del artículo de Lluís Capdevila (Barcelona, ​​1893-Andorra la Vella, 1980) a la sección “Teatro Político” de Meridiano (24-VI-1938), periódico que en la Cataluña condicionada por la guerra española y la revolución social había tomado el relevo de Mirador, semanario de referencia durante la República. El Teatre Nacional de Catalunya estrenó ayer “Los criminales”, de Ferdinand Bruckner (Sofía, Bulgaria, 1891-Berlín, 1958).

Acabo de leer Las razas, de Ferdinand Bruckner. Su lectura me ha producido una viva, una fuerte, una impresión terrible. Es una gran obra del teatro político que preconiza a Erwin Piscator. Creo que sería de una gran conveniencia, sobre todo en estos momentos, traducir esta obra y representarla, ya que, hoy como nunca, el teatro debe convertirse en tribuna. Representando obras de tan absoluta imbecilidad como Me acerco a las ocho, Mi cuinera, Luisa Fernanda, etc., etc., no serviremos la guerra. Y hoy todo debemos ponerlo al servicio de la guerra, no hay que olvidarlo. [...] No se puede llamar antifascista y formar parte de un Comité que fomenta el teatro analfabeto. Bruckner es uno de los más interesantes autores dramáticos de nuestra época. En Cataluña le conocemos gracias a la buena voluntad y buena inteligencia de Pius Davi —cuya labor como actor y director no ha sido suficientemente valorada ni querida— que estrenó, en Romea en 1931, Los criminales en versión catalana de Millàs Raurell. Y fue Pius Davi, también, quien le dio a conocer en el Teatro Beatriz, en 1933, con Isabel de Inglaterra, traducción española de Salvador Vilaregut. Bruckner fue mejor recibido en Barcelona que en Madrid, hay que decirlo. Y es lógico que así fuera ya que de un público que entronizaba a Muñoz Seca no había que esperar mucho. Esto no quiere decir que en Madrid no haya una minoría selecta, ni que las obras inteligentes y sensibles deban fracasar forzosamente. No, no; en Madrid se han representado obras de Valle Inclán, Angel Lázaro, Casona, García Lorca, hermanos Machado, Paulí Massip, Manuel Abril, Jacinto Grau, Edgard Neville, Benavides, Azorín, y, entre los extranjeros, Molnar, Sutton Vanne, Lenormand, Georges Kaiser, Bernard Shaw, Chiarelli, Evreinoff. Y todo esto no es teatro de lo que los empresarios llaman comercial. Sin embargo, de Madrid nos han venido los Muñoz Seca, los Pérez Fernández, los Torrado, y, por vuelve, la revista estúpida y pornográfica. Es lógico, pues, que el clima teatral de Barcelona le fuera a Bruckner más propicio que el de Madrid. [...] A pesar de la guerra, me ha quedado tiempo para poder leer algunas cosas interesantes: entre ellas, los dramas desgarradores de Bruckner. [...]. Creo que ésta es una de las misiones de las que no puede inhibirse el verdadero artista del pueblo: hacer con su obra historia de su tiempo [...] En Cataluña, lastimosamente, los escritores no han sabido o no han querido interesarse por las luchas de la calle. Y en Cataluña la calle ha tenido verdadera importancia, ha sido un auténtico elemento dramático: recordáis el terrorismo de principios de siglo, la farsa rasgada del lerrouxismo, los cuatro años de guerra — 1914-18: prostitución elegante, fortunas rápidas, ruleta, cocaína , espionaje — el siniestro pistolerismo, la dictadura grotesca... Ferdinand Bruckner, judío, fugitivo del estercolero de la Alemania fascista, escribe obra bella, fuerte, humana, interesantísima. Una obra, sobre todo, antifascista. [...]

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