La tierra de nuestros hijos
Quien recuerde los años del independentismo combativo de los 70 y 80, ese independentismo que miraba la nación catalana de arriba a abajo sin complejos, observará que la liberación nacional como pueblo no estaba nada desvinculada de la defensa de la tierra, del ecologismo, sino todo lo contrario. Las luchas medioambientales formaban parte de una defensa de la libertad nacional de forma que no se podía desprender una cosa de la otra. Hay que volver a este punto, hay que entender la lucha ecologista como vinculada de manera imprescindible a la lucha nacional.
Que no nos pase como puede pasar con la lengua, que el día que tengamos un estado ya no nos quede país. Conviene salvar la tierra, el entorno, el medio… para salvar el país. Conviene que la independencia lleve implícito un proyecto de país diferente del actual en términos de respeto y preservación del patrimonio natural, desde los valles del Pallars hasta el Pla de Barcelona pasando por la Ribera y el Delta de l'Ebre, todo el litoral o la Terra Ferma. No fuera que el día que digamos al mundo "Aquí tenéis Catalunya", miremos a nuestro alrededor y no reconozcamos la Catalunya donde hemos crecido.
Una sacudida terrible como es la pandemia del covid nos tiene que hacer dar cuenta de lo frágiles que son la Tierra y la humanidad. Ciertamente, acumulamos años y años de catástrofes naturales, de contaminaciones en masa, de plásticos a diestro y siniestro, de consumo insostenible… Pero quizás hasta que no nos ponen contra las cuerdas en términos de subsistencia humana no acabamos de ver la magnitud de la tragedia natural que estamos causando. Si la pandemia ha sido un aviso de alerta, sepamos actuar ahora en correspondencia y aprendamos que no es posible sostener ninguna decisión política que atente contra la naturaleza. Es un buen ejemplo reciente de ello la amenaza de ampliación del aeropuerto, que todo el mundo sabe que tiene unas implicaciones catastróficas. Basta de pasar los intereses económicos de un consumo enfermizo por encima de la naturaleza; del mismo modo que dije basta a pasar los intereses empresariales por encima de la vida y la salud de las personas. Es necesario que le demos la vuelta al orden de lo que es prioritario. Es necesario que adoptemos nuevos modelos de desarrollo humano y económico. El debate es abierto y hay que explorar los caminos que permitan salir del callejón sin salida ecológico actual.
Ya hace más de un año, cuando vivíamos todavía la oscuridad de los primeros meses de pandemia, traté de dar un grito de alerta: “El siglo XXI ha derribado la puerta y ha irrumpido con fuerza en nuestras vidas. Ya prácticamente nada será igual que hace pocos meses. Y para hacerlo —para preparar a este país nuestro para la realidad que llegará— habrá que identificar bien los caminos que nos lleven a una economía al servicio de las personas, que priorice la atención sociosanitaria, la educación, la investigación, la preservación y recuperación de la biodiversidad, así como la tecnología en las nuevas formas de trabajo, siempre más inclusivas”. A mí el covid me ha cambiado. También políticamente. No puedo defender ningún posicionamiento que no ponga la vida de las personas por encima de todo y que no preserve la Tierra y la naturaleza para nuestros hijos.
Y no es una obsesión o una preocupación mía ni de pocos. Justamente hace unos días el grupo de expertos de las Naciones Unidas sobre el cambio climático nos avisaba de que el proceso se acelera y es irreversible. El informe implora frenar las emisiones de gases contaminantes para parar el calentamiento del planeta. Tenemos que conseguir que más allá de declarar la emergencia climática (cosa que ya hicimos desde el Govern) ahora se actúe de acuerdo con esta declaración y se demuestre que no era un ejercicio teórico. Hay que ser consecuentes con las declaraciones que hacemos.
El grupo Catalunya 2022 señaló algunas actuaciones para revertir la situación actual: impulsar la creación de energía sostenible km 0; desarrollar una red catalana de infraestructuras agroalimentarias; asesorar en gestión innovadora las explotaciones agrícolas, ganaderas, forestales y pesquerías; un plan especial para micropueblos para resolver cuestiones de conectividad, atención sanitaria y educación; un pacto forestal fundamentado en la economía verde; un pacto azul para la conservación y explotación sostenible de la costa... Entre muchas acciones más que encontramos en el documento Reset: llamamiento para reactivar el país.
Hay mucho trabajo por hacer para salvar el país de la depredación y la degradación. Como un ciudadano más, estaré junto a todos aquellos que no están dispuestos a malograr el futuro de nuestros hijos. Sí, tiene que haber otra manera de vivir. La ampliación del aeropuerto no forma parte de ella. El independentismo tiene que coger la bandera del medio ambiente como una de sus banderas más importantes. Porque justamente queremos una tierra libre.