Topes acuáticos, ¡oh, sí!

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Una acequia seca en Bescanó el 18 de enero.

Viernes “entra en vigor” (qué expresión tan divertida) “la resolución gubernamental en la que se limitan los topes y el uso de las dotaciones de agua en distintos ámbitos”. Quiere decir que podemos gastar 200 litros por día y habitante para todos los usos (consumo doméstico, equipamientos públicos o actividades económicas). Dice el ARA que "se restringe drásticamente el agua para el riego, especialmente a la agricultura y la ganadería".

En estos momentos de la vida, no sabemos si 200 litros por día y habitante son muchos o pocos. A mí me parecen muchos, pero no sé cuánto gastamos duchándonos o estirando la cadena. Yo procuro ir rápido, a la ducha, no como si saliera del gulag. En cualquier caso, si yo dispongo de 200 litros al día, para hacer lo que quiera, puedo no ducharme y dar agua a los diferentes animales y plantas que me rodean. Dejar morir de sed un romero (y es grande, dejar morir de sed una planta tan dura como un romero) no me parece opción. Si vienen unos amigos a dormir en casa y al día siguiente se duchan, pero, ¿qué pasa? ¿Su ducha contabiliza como nuestra y ellos, en cambio, no la contabilizan como suya? ¿Y si tengo perro?

En fin, cuando decimos "200 litros por habitante y día" contamos todo tipo de habitantes. Y hay habitantes que no son como los demás. Puede ocurrir que tengas un hijo adolescente que se quiera duchar cada hora, durante tanto rato que empalme una ducha con la otra. Un hijo adolescente puede acabar con los recursos hídricos del pantano de Sau. Pero, claro, puede ocurrir que tengas un hijo adolescente que nunca quiera ducharse, que sea como un gato, que críe champiñones en las axilas, que prefiera la muerte al agua. Los padres de estos dos tipos de especímenes necesitamos un régimen especial acuático.

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