La Fiscalía del Tribunal Penal Internacional de La Haya ha solicitado que se dicten órdenes de detención contra Netanyahu y contra los principales dirigentes de Hamás. El recorrido jurídico final de estas órdenes es incierto, entre otras cosas porque el TPI no está reconocido por los principales actores del orden mundial como Estados Unidos, Rusia, China e India. Putin tiene una orden de detención similar y no hace muchos días viajó a Pekín.
Sin embargo, Israel se enfrenta a una situación en la que nunca se había encontrado. Y el mundo tampoco. Y ésta es la noticia. En una época en la que impera la ley del más fuerte sin que a los responsables de atrocidades les pase nada, el TPI se ha atrevido a pedir la persecución judicial de Netanyahu y Hamás por crímenes de guerra y delitos contra la humanidad. Un organismo mundial ha pasado de las condenas retóricas a hacer valer el derecho internacional. El movimiento del TPI da respuesta a un clamor: ¿acaso nadie ve lo que está pasando en Gaza?
Netanyahu ha reaccionado como era de esperar: "Así es exactamente el nuevo antisemitismo". Que la judeofobia existe es una dolorosa evidencia de siglos. Que el 7 de Octubre Hamás asesinó a unos 1200 israelíes y que sabía que haciéndolo enviaba a miles de palestinos a la muerte también es evidente. Pero en el mundo hay muchos amigos de Israel, mucha gente que ha llorado visitando a Auschwitz y que distingue que Israel es una democracia y Hamás una organización que patrocina el terrorismo, y que cree que la respuesta de Netanyahu está siendo criminal. Ésta es la nueva realidad a la que debe enfrentarse el estado de Israel, en vez de esconderse tras indiscutibles razones históricas.
