La vía de los títulos propios

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El profesor Daniel Crespo, rector de la UPC, ha tenido la gentileza de comentar al ARA un artículo que yo había publicado sobre la necesidad de aumentar las plazas para alumnos de titulaciones STEM. Mientras que coincidimos en muchos de nuestros diagnósticos, el rector discrepa de mi propuesta de crear plazas financiadas a partir de préstamos a los alumnos. Hace notar la mala experiencia de EE.UU., donde el endeudamiento de los graduados se ha convertido en un problema social de primer orden. Tiene razón de alertarnos de este mal ejemplo y es por eso que EE.UU. no tendría que ser el modelo. Lo tendría que ser Australia, pionera en introducir préstamos que se devuelven en proporción a la renta. Implantar un sistema de este tipo sería, según mi opinión, una ganancia social clara, especialmente para titulaciones STEM. Nos hacen falta muchos más graduados, pero no podemos ofrecer más plazas porque la hacienda pública no se lo puede permitir. Todos ganaríamos si las plazas se crearan: la economía, que dispondría de más titulados STEM; los graduados, para los que la expectativa de regresos salariales aumentaría significativamente, y las empresas, que tendrían que gastar menos, por ejemplo, en agentes que les acerquen candidatos. Quizá incluso podría interesar a las empresas participar en programas de créditos blandos que faciliten la creación de plazas.

Sobre el terreno trampeamos la situación porque la presión de la demanda incentiva la oferta. En Barcelona hay una docena de escuelas sin las cuales la economía del 22@ no latiría. Son escuelas que, típicamente, no emiten títulos oficiales y que ofrecen cursos intensivos, cortos y con una orientación muy práctica. Las universidades no están muy presentes en este ecosistema. ¿Quizá porque se trata más de formación profesional que universitaria? Quizá sí, pero, si fuera el caso, la conclusión a extraer es que nos conviene mucho acabar con la separación entre una y otra. Una noticia esperanzadora en esta dirección es que la UPC haya ganado el concurso para gestionar el centro de formación profesional de la automoción en Martorell.

Sin embargo, pienso que una razón clave del retraimiento universitario es que el proceso de generación de titulaciones está demasiado dominado por el concepto de titulación oficial, inductor de multitud de requisitos y de pasos administrativos, y responsable de una notable carencia de flexibilidad y agilidad. Será difícil que las necesidades STEM de la economía se puedan vehicular con la rapidez necesaria por esta vía.

Hay una alternativa mejor: la de los títulos propios. La dificultad es que a estas alturas esta vía no disfruta del mismo tratamiento o prestigio. Así, por ejemplo, si no se recibe una ayuda específica no se puede ofrecer un título propio a precio público. Un título propio es visto -hay excepciones- como una sala de espera a la oficialidad. En el mundo europeo, en cambio, la credibilidad de una titulación no se apoya tanto en la oficialidad como en la acreditación de las agencias.

Como la oficialidad no es muy importante para las empresas, una ventaja de transitar con más convicción por la vía de los títulos propios es que podemos ofrecer títulos muy adaptados a sus necesidades y con número de créditos y duraciones variadas. Incluso podríamos acreditar el trabajo de un año de un alumno dentro de un grado de cuatro años. En particular, no nos tendríamos que permitir que haya estudiantes que han elegido un grado STEM y que lo dejen sin ningún reconocimiento, quizá porque no han superado unos primeros años selectivos que seguramente no tendrían que existir.

La vía de dar más centralidad a los títulos propios, complementados o no por procesos de acreditación después de un periodo de funcionamiento, tendría otra ventaja: es lo que se necesita para la formación continua. Las universidades hoy dan mucha, pero es periférica a la dedicación docente del profesorado. Ahora bien, las cosas se mueven. La UE está poniendo un énfasis creciente en el concepto de microcredenciales para la formación continua. Y debo a Jaume Blasco que me haya referido en el capítulo VIII del RD de septiembre de 2021 sobre enseñanzas universitarias y seguro de calidad, donde se introduce el concepto y se regula poco. Una sugerencia en las universidades: entrad con decisión por esta puerta que se abre e innovad en ofertas docentes. Puede ser el instrumento ágil que necesitamos. No esperéis que se burocratice y se retarde estructuralmente la innovación formativa. Experimentad, impulsad buenas prácticas y que cuando llegue la regulación, si llega, sea sobre las bases que habéis puesto.

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