Manifestaciones proPalestina durante La Vuelta en Madrid.
16/09/2025
Escriptor
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La política española lleva años fuertemente condicionada por la violencia. El 1 de Octubre la policía vapuleó en plena calle a los ciudadanos que iban a votar en un referéndum. Hace un par de años se produjeron las esperpénticas riadas de simpatizantes de extrema derecha en la calle Ferraz, frente a la sede del PSOE, donde fueron frecuentes los episodios de violencia física, aunque desde el Partido Popular las aplaudían como formas ejemplares de violencia ciudadana. Hace poco más de un año, Aznar soltó lo de "quien pueda hacer, que haga".

Son sólo algunos ejemplos que todos tenemos dentro de la memoria, pero tenemos para llenar todo el diario. La violencia no son sólo los golpes de la policía: hay violencia judicial, institucional, mediática e, incluso, como hemos sabido recientemente, violencia tributaria, como la que ejercía el ministro Montoro contra quienes no le complacían. Estas violencias son ejercidas contra la ciudadanía, o contra sus representantes, desde las propias instituciones democráticas, pervertidas como instrumentos de persecución y represión políticas. La mayoría de las veces esto ha sido hecho desde el Partido Popular o desde su entorno: son herederos de los ganadores de la Guerra Civil, lo saben y les gusta dejarlo claro. Contó también con la connivencia del PSOE, que a menudo quiso olvidar que era heredero de los que perdieron la guerra, y jugó a hacer de partido sistémico con una mano atada a la espalda. Ahora prueba las consecuencias, con una derecha envalentonada hasta el punto de procesar al fiscal general del Estado, o de organizar concentraciones en las que el cántico más repetido por las masas es "Pedro Sánchez, hijo de puta". Los autores de toda esa violencia son los que ahora quieren hacer creer, con la sobreactuación habitual, que las protestas del domingo en Madrid, que impidieron el fin de una competición ciclista, fueron un estallido de violencia impulsada, naturalmente, por Pedro Sánchez, al que también hacen responsable del golpe de Estado independentista o de alinearse con el terrorismo de Hamás.

En medio de todo esto no podía faltar una encuesta deEl Mundo que vaticine una marea electoral azul (ya la anunciaron hace dos años, y perdieron) y que ponga aún más nervios en Junts, que teme tener que pagar el apoyo al gobierno de Sánchez con una sangría de votos a favor de la extrema derecha racista de Aliança Catalana. El Mundo también ha sacado en portada a unos supuestos miembros de la kale borroka que habrían participado en las protestas propalestinas del domingo en Madrid: lo llaman "tumulto", preparando el camino para la criminalización y la judicialización de las protestas, como ya hicieron con las manifestaciones independentistas catalanas. La portada es falsa y ha sido desmentida por fuentes policiales. Este diario forma parte de un grupo de medios todavía incomprensiblemente tenidos por serios (Unamuno lo llamaba")cochina prensa madrileña") que tienen el triste mérito de haber abierto, en su tan querida España, el camino al periodismo basura. La peor violencia que puede ejercerse desde el periodismo es la de la desinformación.

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