Una visión europea del covid
La publicación del Barómetro regional y local 2021 por parte del Comité Europeo de las Regiones ha puesto a disposición del público una buena cantidad de información a escala regional que permite empezar a entender por qué ha habido tantas diferencias en el impacto del covid entre territorios dentro del espacio relativamente homogéneo de la Unión Europea. Que el tema nos importa nos lo recuerda el hecho de que no tenemos una buena explicación de las diferencias y los parecidos entre las políticas y los resultados en Catalunya y en Madrid, o entre el estado español y los otros estados europeos más comparables.
La publicación mencionada ya incorpora una visión estadísticamente sólida del covid-19 gracias al recurso generalizado de las sobremortalidades (respecto a la media de 2016-2019), que ya se pueden comparar para las tres primeras grandes oleadas europeas (marzo-abril 2020, octubre-diciembre 2020 y enero-febrero 2021), y con un tratamiento más sistemático para el conjunto del año 2020. Este diario recogía justo antes de Navidad un resultado impactante del estudio: que Madrid encabezaba el ranking de regiones europeas con más sobremortalidad en 2020 y que cuatro comunidades del Estado estaban entre las diez primeras en Europa. Catalunya constaba como cuarta del Estado y octava de la UE. Ciertamente, la proporción de sobremortalidad de Madrid era más alta que la de Catalunya (44 % contra 27 %), pero tampoco es que los resultados catalanes fueran buenos.
El estudio apunta a la importancia de varios factores, como por ejemplo la dimensión y densidad demográficas (más mortalidad en las áreas urbanas que en las rurales), la calidad del aire (otro impacto negativo de las conurbaciones metropolitanas), la proporción de población de mayor edad (más mortalidad en poblaciones más envejecidas) y la proporción de gente mayor viviendo en residencias, donde la primera oleada de la pandemia fue devastadora. Destaca que las tres comunidades españolas con más mortalidad coinciden con las tres que tenían una proporción más alta de personas viviendo en residencias: Castilla-La Mancha, Castilla y León y Madrid. Este dato sugiere que el impacto del covid en Madrid se trasladó a las comunidades autónomas vecinas e informa que todas disponían de una proporción de camas de residencias para gente mayor muy superior a la del resto de comunidades autónomas.
Tiene un tratamiento especial la calidad de la infraestructura sanitaria. El estudio documenta la excepcionalidad alemana, medida en número de plazas en las UCI por 100.000 habitantes. Curiosamente, Alemania solo está superada por Bulgaria. Después de Alemania, el estado con más proporción de camas de UCI es España, especialmente Asturias, Castilla y León, Galicia, las Islas Baleares y Murcia, pero todas las demás comunidades están bastante bien clasificadas.
La mezcla de buenas y malas noticias continúa con los impactos diferenciales de las diversas oleadas. Mientras que España e Italia fueron los países más afectados por la primera oleada –marzo y abril de 2020–, su sobremortalidad fue relativamente baja en las oleadas posteriores, lo cual permitió esquivar los peores efectos de la más mortífera, que, a escala de la Unión Europea, no fue la primera sino la del otoño del 2021.
Focalizando en el caso del estado español, disponemos de los datos de la evolución de los PIB de las comunidades autónomas durante el mismo año 2020. Destacan, por la dureza de la caída, las Islas Baleares y las Canarias. Las siguen, a bastante distancia, Madrid, Catalunya y el País Vasco, las tres muy parecidas y un poco peores que la media española (-10,3%). La sensibilidad económica al covid de las comunidades más turísticas es indiscutible, pero también lo es que las comunidades con más volumen y densidad de actividad económica quedaron todas muy afectadas, fueran turísticas o no.
¿Qué lecciones podemos sacar? En primer lugar, que las interpretaciones simplistas son peligrosas. Las fronteras y las políticas pesan, pero no sabemos muy bien cómo. En segundo lugar, que hay mucho ruido comunicativo. El gravísimo impacto de la primera oleada nos ha dejado una impresión de fracaso, acentuada por la polarización política, pero parece que las políticas adoptadas a varios niveles de gobierno (Comisión Europea, Estado y Generalitat) no han sido tan negativas como algunos dicen ni tan positivas como otros afirman. Hace falta balances más afinados y análisis más profundos, que llevarán mucho trabajo a los especialistas. Mientras tanto, un poco de optimismo puede ser muy conveniente para encarar el año que empieza: la gestión sanitaria ha sido y es mejor de lo que se dice.