De Rüdiger a Cubarsí

La alegría de los jugadores del Barça
27/04/2025
Periodista
2 min

Los equipos masculino y femenino del Barça siguen subiendo escalones en la cada vez más empinada escalera de final de temporada, y ninguno de los dos tiene pinta de detenerse en el próximo rellano. El equipo de Flick suma ya dos títulos, vislumbra la Liga y pasado mañana juega las semifinales de la Champions en Montjuïc. Y las chicas vuelven a ser finalistas europeas por sexta vez en los últimos siete años.

Los chicos son el resultado del cambio cultural que empezó a gestarse con Cruyff a finales de los ochenta. Nunca han conocido el victimismo, ni las épocas en las que cada final era un drama, ni saben qué significa lo de las "urgencias históricas". Cuando les explicaron el pasado, no les hablaron de palos cuadrados, de tandas de penaltis fallados, de secuestros o hepatitis, sino de sextetos, tripletes y de la vez que tres chicos de La Masia, como ellos, coparon el podio del Balón de Oro. El espejo en el que se miran es tan familiar como exigente, y aunque saben que para atrapar un pasado parecido tienen que comer muchas sopas, están educados para que no les tiemblen las piernas. Déjenme decir un nombre, solo: la clase de Pau Cubarsí, dentro y fuera del terreno de juego, es modélica.

No se puede decir lo mismo del Madrid, aviciado, soberbio y solipsista, como un multimillonario que ve el mundo desde el ático panorámico de un rascacielos y que piensa que tiene que ganar por la gracia de Dios. Si a Vinícius no le dan el Balón de Oro, no voy a la gala de París. Si el árbitro de la final denuncia los vídeos de Real Madrid TV, no voy a la cena de Sevilla. Si después de no pitarme tres claros penaltis en contra acabamos perdiendo, agárrame o me cargo al árbitro. Que alguien les diga que el campeón del señorío va desnudo porque, en Sevilla, el Madrid ha batido récords de miedo a perder y de mala educación. Y todavía tiene que volver a Barcelona a jugarse la Liga.

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