Las visitas que Illa podría haber hecho

El nuevo presidente de la Generalitat, Salvador Illa, organizó el gobierno, nombró a los consejeros correspondientes, y con las cuestiones administrativas más urgentes resueltas, se marchó a visitar el cuartel general de los Mossos d'Esquadra. Una visita solemne e importante, encabezada por el president Illa y con toda la plana mayor de los máximos responsables de la policía catalana. Los publicistas y analistas de estas cuestiones ya remarcaron su simbología, su importancia, etc.

Tras esta visita (lógica y necesaria, en términos políticos, después de lo que sucedió durante la jornada de la investidura y los días siguientes), se anunció a la ciudadanía en general que una de las primeras reuniones del nuevo gobierno catalán sería en el monasterio de Poblet. No en el monasterio, sino en el Palacio del Abad, donde se encuentra el Archivo Montserrat Tarradellas y Macià (si queréis, más corto: el Archivo Tarradellas). ¡Voilá! Como si el tiempo no hubiera pasado, volvemos a las singulares reivindicaciones de un tarradellismo que no sabemos muy bien qué es. La bandera tarradellista de los años ochenta y noventa del siglo pasado, enarbolada ante la bandera pujolista (que parecía eterna), vuelve a nuestras vidas presentes. Del fondo del escenario, los nuevos augures nos repiten la supuesta cita histórica inmortal que el presidente Josep Tarradellas habría regalado a los esforzados políticos de la compleja transición política de la dictadura franquista a la democracia: "No podemos hacer el ridículo" (y las variantes habituales). (Un amigo señalaba que, tal vez, el ridículo era convertirse en un político de tradición republicana aristocratizado; lo del marquesado de Tarradellas.)

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Entre la política pragmática (en eso sí que el presidente Tarradellas era un maestro) y el gesto simbólico (Poblet-Tarradellas versus Montserrat, por ejemplo; una de las derivadas de la curiosa batalla pujolismo/antipujolismo, tarradellismo/antitarradallismo), sin embargo, hay un amplio espacio en el país que, incomprensiblemente, ni este presidente, ni sus antecesores, han cuidado nunca, ni se han preocupado nunca al día siguiente de su toma de posesión. Veremos, algún día, que el nuevo presidente de la Generalitat, en lugar de ir a saludar a mossos d'esquadra, monjes cistercienses, bomberos y otros servicios esenciales del país, visitará el Museo Nacional de Arte de Cataluña, la Biblioteca de Cataluña , el Museo de Vic, la Universidad de Barcelona (o la Autónoma de Barcelona, ​​o cualquier otra de las públicas), la Fundació Miró, o las excavaciones de Empúries?

Sencillamente, se trataría de decir en voz alta que la cultura, la ciencia, el arte, la investigación, la academia, las redes de instituciones culturales locales y comarcales, etc. también son esenciales. Se trataría de señalar que los mossos no sólo velan por nuestra seguridad, sino también por la seguridad de nuestro patrimonio, como ya hicieron en Olot, en la iglesia de Sant Esteve, entre 1936 y 1939, por ejemplo. Una visita al MNAC, por ejemplo, te permite hablar de instituciones culturales, seguridad del patrimonio, conservación e investigación, exposiciones y recursos; actividades que, a su vez, impactan en la imagen del país, su turismo, su promoción cultural en el exterior, su conexión con grandes instituciones internacionales.

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Una visita al Museo de Vic te permite valorar todas estas cuestiones e insistir en el trabajo de base, en las redes locales y comarcales que tejen unos proyectos culturales más amplios, que van desde el Vall d'Aran hasta el Empordà; y del Empordà a las Terres de l'Ebre, pasando por todo el eje transversal.

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En fin, es una sugerencia por si el presidente Salvador Illa repite mandato; o, en su defecto, para su sucesor. La gente que no somos esencial para el país (por lo menos en el grado de mossos y bomberos) tenemos mucha paciencia.