Xavi y Ter Stegen

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Ter Stegen, durante el clásico

En la rueda de prensa del partido cometido el martes, el entrenador, Xavi, se quejó del árbitro para justificar la derrota, más amarga que una endibia. Porque el árbitro expulsó a Araujo tras una tarjeta roja, lo que dejó al equipo con un hombre menos cuando iba ganando. En fin, a él, a Xavi, también le expulsó, por dar una (madura y meditada) patada a un colchón. Expulsión no era. Era gomet rojo.

Pero lo que me parece aleccionador de la rueda de prensa de ayer, lo único bueno del partido, es la actitud del portero Ter Stegen. Medio contradecir a su entrenador: él no encontraba que hubiera ningún contubernio. "Decepción es la palabra adecuada", dijo. Y dijo también, sobre la expulsión de Araujo. “No creo que sea un error. Si se pita falta se le debe expulsar”.

Se habla a menudo del coaching, de la motivación, de la psicología deportiva, de la importancia de formar la mente y no sólo el cuerpo de los jugadores. Se habla de contención, de no excitarse, no caer en provocaciones. Pues bien. Ayer Ter Stegen demostró saber sobre esto. "No lloramos", vino a decir. Me encantó que reconociera las cosas. Cuando alguien reconoce las responsabilidades, a mí me desaparece la rabia. Basta excusas, decía Ter Stegen. La culpa no la tiene ni el chachacha. Y todos nosotros, que somos psicólogos deportivos de barra de bar, pensamos que era oportuno lo que se desprendía de su discurso, porque la idea es no entregar las armas al primer percance. Te expulsan a uno (ya ti te expulsan después). Pues es el momento de decir: "Estamos ganando, aguantaremos, nos pondremos todos, uno sobre el otro, delante del portero, haciendo un tapón histórico, si es necesario". Es fácil decirlo desde esa columna. Claro. No es tan fácil decirlo, sin embargo, siendo el guardameta del Barça.

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