La amenaza del bloqueo sobrevuela el escenario post 14-F

Las dudas de Sabater con Borràs añaden todavía más incertidumbre a los pactos postelectorals

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El hemiciclo vacío durante la legislatura pasada.

BarcelonaCatalunya se ha acostumbrado en los últimos años a unos debates de investidura agónicos. Hasta el 2012 -cuando Artur Mas fue reelegido president de la Generalitat gracias a los votos de ERC-, la elección del nuevo jefe del ejecutivo por parte del Parlament había sido prácticamente un trámite, pero desde el 2015 -cuando ante la negativa de la CUP el propio Mas tuvo que dar un paso al lado in extremis para evitar la repetición electoral- se ha convertido en un verdadero quebradero de cabeza. Ahora, cuando todavía no se ha llegado al ecuador de la campaña, los vetos cruzados entre formaciones ya anticipan que después del 14-F la aritmética puede dibujar otro escenario endemoniado. La amenaza de bloqueo ya sobrevuela el horizonte postelectoral.

La jornada de campaña de ayer añadió todavía más incertidumbre sobre qué puede pasar en la cámara catalana después de los comicios. La candidata de la CUP, Dolors Sabater, sacudió el tablero cuando, de buena mañana, en una entrevista a La 2 y Ràdio 4, aseguró que los anticapitalistas no investirían a la presidenciable de JxCat, Laura Borràs, mientras haya sobre ella “sospechas de corrupción”. Hacía referencia a la causa en el Supremo contra la también portavoz de Junts en el Congreso por presunto fraccionamiento de contratos en su etapa al frente de la Institució de les Lletres Catalanes (ILC).

El argumento de Sabater de que “las sospechas de corrupción se tendrían que aclarar antes de que alguien pudiera ser habilitado para gobernar el país” generó incomodidad en la CUP, que enseguida hizo llegar un comunicado a los medios matizando las palabras de la candidata y afirmando que, a pesar de que los anticapitalistas “han demostrado su compromiso contra la corrupción”, también han evidenciado “su solidaridad contra la represión y las causas de estado”. La propia Sabater rectificaba horas después y, en un acto del partido, puntualizaba que el único “veto” de los cuperos es “a un gobierno del 155 y a continuar con la parálisis del Govern actual de estos últimos tres años”.

El recuerdo del caso Turull

Los anticapitalistas, que en los últimos años han visto cómo voces destacadas de la formación admitían que fue un error bloquear la investidura de Jordi Turull el día antes de que el juez Pablo Llarena lo enviara a la prisión, no quieren aparecer ahora como un agente de bloqueo, a pesar de que desde las filas de ERC y JxCat se admite en privado que si la investidura queda en manos de los cuperos no será fácil sacarla adelante. El otro actor independentista que aspira a ser clave para configurar una mayoría, el PDECat, no obtiene por ahora representación en las encuestas. Tampoco el gobierno amplio que propone Pere Aragonès con JxCat, la CUP, el PDECat y los comunes ha sido de entrada muy acogido por nadie.

Por eso, tanto ERC como JxCat admiten que buena parte de las opciones de desencallar la investidura rápido pasan por sumar entre los dos 68 diputados. Aun así, tampoco así se sabe con seguridad que la investidura se resolvería pronto. Las diferencias estratégicas y las zancadillas constantes entre los dos han lastrado el último ejecutivo y no han hecho más que ensancharse durante la campaña. Hasta ahora, JxCat no ha garantizado que diera sus votos a ERC en caso de victoria de los republicanos y, a pesar de que al revés Pere Aragonès sí dijo que apoyarían a JxCat en caso de quedar por detrás de los de Carles Puigdemont, las dudas por la voluntad de Junts de reactivar la DUI y por el perfil de alguno de sus candidatos hacen que tampoco Borràs pueda dar por segura la investidura si suman suficiente entre los dos partidos.

Ayer, en una entrevista en La Sexta, el líder de ERC, Oriol Junqueras, no se posicionó sobre si investirían a Borràs a pesar de la causa abierta en el Supremo, pero sí subrayó que si la presidenciable de Junts militara en ERC no habría podido ser candidata: “Siempre que ERC se ha encontrado en una situación de este tipo ha pedido a su militante, fuera quien fuera, que renunciara a ser candidato”, apuntó. Un comentario que reabrió las heridas entre socios de gobierno y que molestó al ex president de la Generalitat, Quim Torra, que acusó al líder de los republicanos de “no mantener la solidaridad antirepresiva” en el caso de Borràs.

Más allá de nublar el escenario de los pactos postelectorales, las palabras de Sabater fueron un golpe para la candidata de JxCat, porque ponían sobre la mesa un asunto que hasta ahora solo había aparecido en campaña durante el debate del domingo en TVE, cuando el candidato de Ciudadanos, Carlos Carrizosa, echó en cara a Borràs los “casos de corrupción”, cosa que ella, visiblemente enfadada, le reprochó cuando se acabó el debate. Ayer, cuando en Els matins de TV3 le preguntaron por las palabras de la candidata de la CUP, respondió pasando la pelota a los cuperos: “La CUP tendrá que tomar sus decisiones, si está junto a la injusticia española o a la democracia catalana”, subrayó.

¿Un tripartito imposible?

Más allá de las dificultades para articular una mayoría independentista, tampoco el resto de opciones sobre la mesa parecen ahora mismo en condiciones de imponerse en un debate de investidura. La posibilidad de un tripartito -avivada desde JxCat, el PP y Cs en forma de espantajo y desde los comunes en forma de deseo- no es viable a tenor de las declaraciones públicas de ERC y el PSC, que por ahora descartan no solo gobernar juntos sino también apoyarse el uno al otro. Aun así, ayer la candidata de los comunes, Jéssica Albiach, insistió en la idea y abrió la puerta también a un gobierno de ERC y los comunes en minoría que obtuviera el apoyo externo de los socialistas, un extremo que había descartado el día antes porque hace falta “un Govern fuerte”.

Incluso dentro del bloque constitucionalista -al cual ninguna encuesta da opciones de lograr la mayoría- tampoco hay acuerdo en cuanto a investir a un candidato. El favorito dentro de este campo, según todas las encuestas, es el cabeza de lista del PSC, Salvador Illa, pero ayer el líder del PP en Catalunya, Alejandro Fernández, aseguró que no le daría sus votos y que, en caso de poder articular una mayoría contraria a la independencia, reclamaría elegir a “un candidato de consenso”. También Vox, que con toda probabilidad entrará en la cámara catalana, subrayó su cambio de criterio y reafirmó que no dará sus votos a Illa, a pesar de que se los ofreció ahora hace unos días.

La sombra del bloqueo sobrevuela el día después de las elecciones cuando todavía no se ha votado.

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