Crisis en el Govern

Aragonès cesa a Puigneró pero mantiene a Junts en el Govern

JxCat cierra filas con el vicepresidente y considera que ERC "ha vulnerado" el acuerdo de investidura

4 min
El presidente, Pere Aragonès, anunciado el cese del vicepresidente, Jordi Puigneró

BarcelonaLa mala salud de hierro del Govern hará que aguante un día más y no se rompa, pero nadie puede garantizar que mañana no sea el último. Ayer el president de la Generalitat, Pere Aragonès (ERC), decidió cesar al vicepresidente de su gobierno, Jordi Puigneró (Junts). El motivo alegado fue la “importante pérdida de confianza” porque durante el debate de política general del martes no lo informó de que Junts, su partido, le exigiría que convocara una cuestión de confianza ante las desavenencias entre socios. El vicepresidente fue el cabeza de turco de una jornada intensa que puso al Govern al límite de la ruptura. “Es un paso que me duele, pero completamente necesario para fortalecer al Govern”, explicó el president en una comparecencia pasadas las 11 de la noche. De hecho, la situación no ha quedado ni mucho menos resuelta. JxCat ha reunido a su ejecutiva hoy para reaccionar. Ayer al atardecer lo hicieron de manera breve en un comunicado en el que cerraban filas con la labor "impecable, leal y solvente" de Puigneró y consideraban que Aragonès "ha vulnerado" el acuerdo de investidura. "La decisión del president de la Generalitat de cesarlo es un error histórico que pone en peligro la continuidad del proyecto independentista", denunciaban. Dos horas después del anuncio, Puigneró se pronunció por Twitter: "Me pueden cesar de vicepresidente. Lo que no cesará nunca es mi compromiso para trabajar por la independencia de Catalunya", avisó.

Aragonès cesa a Puigneró

De momento, el cargo de vicepresidente queda vacante. El secretario general del partido, Jordi Turull, se reunió con Aragonès durante tres horas, y la presidenta de Junts, Laura Borràs, también llegó al Palau al atardecer para encontrarse con Puigneró. Antes de esta reunión decisiva, el president también había convocado una reunión extraordinaria del consejo ejecutivo. Aragonès sabe que la decisión es arriesgada, porque puede motivar el divorcio definitivo del ejecutivo, pero en la misma comparecencia intentó ser conciliador: “Deseo que Junts siga formando parte del Govern”.

El detonante de esta última crisis ha sido que Junts reclamara el martes por la noche, durante el debate de política general, que Aragonès se sometiera a una cuestión de confianza para calibrar si todavía cuenta con el apoyo del Parlament para seguir con su mandato. Para Junts es una opción obvia, fruto de las desavenencias recurrentes del Govern, pero para Esquerra es una nueva deslealtad, porque considera incomprensible que sea uno de los socios de la coalición quien plantee esta posibilidad.

Una variable a tener en cuenta en esta crisis es que, a diferencia de otras ocasiones, Aragonès no ha disimulado su enojo. Al president le ha molestado no solo que se le plantee una cuestión de confianza, sino que no se lo informara antes de hacerse público. Aragonès sí había comunicado al partido de Laura Borràs, antes de explicarlo a la ciudadanía, la que quería que fuera su propuesta estrella del debate de política general: impulsar un “acuerdo de claridad” para tratar de conseguir un referéndum. “Ellos lo sabían todo del acuerdo de claridad y nosotros no sabíamos nada sobre la cuestión de confianza”, se lamentan desde Palau.

Día frenético

Con estos elementos sobre la mesa, el día fue frenético desde primera hora. Aragonès suspendió su agenda y el vicepresidente, Jordi Puigneró, también. Pero no se reunieron entre ellos: el president mantuvo reuniones durante toda la mañana con su entorno de confianza y no fue hasta el mediodía cuando decidió convocar una reunión del consejo ejecutivo extraordinaria para interpelar uno a uno a los consellers de Junts sobre lo que pensaban, puesto que la propuesta de hacer una cuestión de confianza tampoco era conocida por ellos –solo tenía constancia de ello Puigneró.

Los 'consellers' de Junts llegan al Palau de la Generalitat para la reunión extraordinaria

La percepción del president es que no hay una posición unánime en Junts sobre si ha sido un movimiento acertado y por eso le trasladó a su socio “malestar y perplejidad”. En un comunicado oficial, Junts negó la mayor, asegurando que dentro de la reunión los consellers se expresaron en “la misma línea” que el presidente del grupo parlamentario de Junts, Albert Batet. Ahora bien, hay voces del sector más institucional de JxCat que consideran que la estrategia pilotada por Laura Borràs y Jordi Turull los está abocando a la salida del Govern –hay pendiente una consulta a la militancia sobre esta cuestión–, puesto que poner sobre la mesa la cuestión de confianza ha abierto un nuevo escenario que ha profundizado todavía más la crisis.

Otra señal de división

En medio de esta crisis, es importante no olvidar que todavía está abierto el debate de política general, que se cerrará viernes. Ayer se cerró el plazo para que los grupos registraran las propuestas de resolución. Es la vía que tienen los partidos para intentar influir en el rumbo del Govern, y ERC y Junts no han presentado ninguna resolución conjunta sobre el ámbito nacional, cosa que sí habían hecho, sin ir más lejos, en el pleno de política general del año pasado.

De los tres partidos que formalmente han pedido al president Aragonès que se someta a una cuestión de confianza –la CUP, Junts y el PP–, solo los populares lo han exigido en una propuesta de resolución que se tendrá que votar en este debate de política general. En todo caso, fuentes de Junts ya avanzan que no apoyarán la resolución del PP e insisten en que el president puede reconducir la situación si “cumple” el acuerdo de Govern. Otra cosa es lo que puede pasar la semana que viene: la CUP ha presentado una moción en la que también pide una cuestión de confianza al jefe del ejecutivo después del “cambio de alianzas” de la legislatura.

Todos los partidos han presentado sus resoluciones, que se votarán el viernes y todas seran admitidas a trámite por la mesa del Parlament. A diferencia de otros años la tensión no se centraba en si se podría debatir o no sobre la autodeterminación sino en saber si el Govern llegará roto al viernes.

Aragonès durante su comparecencia
stats