Relaciones Estado-Generalitat

La Generalitat y la Moncloa resucitan la mesa de diálogo

Aragonès y Sánchez se reunirán primero el 15 de julio en la Moncloa para relanzar la negociación

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Reunió entre Laura Vilagrà y Fèlix Bolaños a la Generalitat el 8 de julio.

BarcelonaLa mesa de diálogo tendrá una nueva vida, quién sabe si la última, a partir de este verano. Este viernes la Generalitat y el Gobierno español han pactado los pasos para escenificar el restablecimiento de sus relaciones, malogradas desde el espionaje del Catalangate. Todo ello se ha gestado en una reunión en palacio entre la consellera de Presidencia, Laura Vilagrà, y el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños. Los acuerdos son básicamente dos: el 15 de julio se reunirán en la Moncloa el presidente Sánchez y el president Aragonés para poner las bases de este nuevo punto de partida. A partir de aquí, los dos gobiernos se comprometen a convocar la mesa de diálogo "un mínimo" de dos veces antes de que acabe el año. No es un objetivo menor, teniendo en cuenta que en más de dos años solo se ha reunido, precisamente, dos veces, y sin ningún acuerdo.

Después de meses de tensiones, el ambiente en la Generalitat ha sido más distendido. "Hoy damos un impulso definitivo al proceso de diálogo que tiene que avanzar en los próximos meses", ha proclamado solemnemente Bolaños en una comparecencia después del encuentro. El ministro ha destacado el "tono constructivo" de la reunión –ha durado casi dos horas– y ha anunciado "importantes acuerdos para fortalecer las relaciones institucionales". Se refería al hecho de que, aparte de la fecha del encuentro entre presidentes, los dos gobiernos también han pactado un documento que pone las bases sobre cómo tiene que evolucionar este diálogo a partir de ahora.

Acuerdo marco después del encuentro entre Vilagrà y Bolaños.

Lo más destacado del texto acordado es que se comprometen a reunir la mesa de diálogo este "mínimo" de dos veces antes de que acabe el año. Además, incluye algunas de las "garantías" que la Generalitat reclamaba a Sánchez para que no se pudiera escabullir de convocar las reuniones de la mesa, como ha hecho a menudo hasta ahora. Se dice, por ejemplo, que la mesa se reunirá alternativamente entre Madrid y Barcelona, y que solo se hará público el encuentro si hay "acuerdos para comunicar". También se recoge una referencia a la necesidad de poner "fin a la judicialización del conflicto político", pero no se dice cómo, a pesar de que todavía se acumulan en los juzgados las causas que afectan al independentismo.

Sea como sea, fuentes de la Generalitat consultadas por el ARA aseguran que este texto es "un primer paso" para recuperar la confianza en la negociación y que documentos así son habituales en las conversaciones sobre conflictos políticos. "Hay veces que este documento tarda años, especialmente en conflictos armados", añaden. El último punto del documento hace una referencia a la necesidad de que se respeten "en todo momento los derechos fundamentales y la privacidad" de las partes, lo que la Generalitat interpreta como el primer compromiso –aunque sea "entre líneas", admiten– de "no repetir" casos de espionaje como Pegasus.

No es el primer documento que pacta el Gobierno español con el independentismo: está como mínimo la Declaración de Pedralbes de diciembre de 2018 y el acuerdo conjunto después de la primera reunión de la mesa de diálogo de febrero 2020. Entonces el Gobierno español ya asumió el compromiso de reunir la mesa alternativamente entre Barcelona y Madrid –incluso se dijo que sería una vez al mes–, y no cumplió nunca.

Recuperar los relatos

Después de la comparecencia de Bolaños, ha llegado el turno de la consellera de Presidencia, Laura Vilagrà, que ha tenido un tono menos eufórico que el del ministro. Sí que ha celebrado que se evidencia de nuevo el compromiso compartido de que la "vía de la negociación" es la única posible para conseguir la "resolución del conflicto político", pero ha avisado de que las relaciones entre ejecutivos todavía no están del todo "normalizadas". No ha disimulado que hacían interpretaciones diferentes: "Soy menos optimista que el ministro".

De la reunión de este viernes no han salido grandes adelantos, pero facilita a los dos gobiernos recuperar los relatos respectivos sobre el conflicto político. A ERC le permite reivindicar que la apuesta por la negociación es una vía que puede llegar a dar frutos –la prueba es el documento de intenciones de hoy– y así intentar sacudirse la presión de los sectores más encendidos del independentismo, que cuestionan la estrategia. Al PSOE le permite defender que cuando ellos gobiernan España la situación está más pacificada que cuando lo hace el PP, incluso sin tener que hacer grandes concesiones. "Se ha demostrado que la estrategia del diálogo y los acuerdos es mucho más eficaz que la vía del inmovilismo y la confrontación", defienden fuentes gubernamentales españolas. El interrogante, sin embargo, sigue siendo el de siempre y es si la negociación puede derivar en grandes acuerdos finales teniendo en cuenta que la parte catalana defiende la autodeterminación y la amnistía, y la española las niega de pleno.

La composición de la mesa de diálogo

Solucionada la incógnita de cuándo será la reunión entre presidentes, ahora queda para concretar cuándo será la mesa de diálogo, al menos la primera de las dos reuniones que tienen que hacer antes de que acabe el año. Al Govern le gustaría que fuera antes de agosto. Una de las polémicas que gira alrededor de este instrumento de negociación es quiénes tienen que ser los miembros: ERC quiere que solo puedan ir consellers, mientras que Junts quiere abrir la puerta a, por ejemplo, expresos políticos. Esta mañana, antes de la reunión, el ministro de Cultura, Miquel Iceta, parecía alinearse con las tesis de Junts abriendo la puerta a la idea de que asistiera Jordi Turull: "¿Y por qué no?" Bolaños, sin embargo, después ha cerrado filas con ERC y ha desautorizado al ministro: "La mesa de diálogo es una mesa entre gobiernos y, por lo tanto, está formada por miembros del Gobierno de España y de Catalunya". Una opinión que también ha compartido el líder del PSC, Salvador Illa, a pesar de que ha recordado que Turull sí que podría tener un papel si la Generalitat aceptara abrir un diálogo entre partidos catalanes.

Los pequeños detalles

En este tipo de encuentros hay que estar pendiente del más mínimo detalle. Este viernes Vilagrà ha bajado hasta la puerta de la Generalitat en la plaza de Sant Jaume a recibir a Bolaños, han conversado brevemente y se han dejado hacer fotos en una sala con dos butacas situadas una al lado de la otra. La imagen dista mucho la última vez que se vieron los mismos protagonistas en el mismo Palau, en abril, en plena polémica por el espionaje. Entonces no hubo recepción en la puerta y Vilagrà y Bolaños se reunieron separados por una mesa larga que generó más de una alusión irónica a las que usa Vladímir Putin. El Govern también ha querido animar la reunión colocando estratégicamente una fotografía entre los dos protagonistas. La imagen era de un encuentro que la consellera mantuvo hace tiempo en el Patio de los Naranjos con los exconsellers de Presidencia que la precedieron en el cargo, entre los cuales el expreso político y ahora secretario general de Junts, Jordi Turull. Quién sabe si es la manera de Esquerra de decir que Junts, quiera o no, está presente en el diálogo con el Estado. 

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