Lengua

Asturias: el otro frente lingüístico de la derecha en España

El gobierno autonómico se abre a reformar el Estatuto para hacer cooficial el asturiano

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Mireia Esteve
4 min
Uno de los carteles que Vox ha colgado en Oviedo contra la cooficialidad del asturiano.

Madrid“Gijón, y no Xixón, señora Castañón”. Como aquel que no quiere la cosa, hace tan solo dos semanas la diputada asturiana del PP al Congreso Paloma Gázquez se refería de paso, y sin entrar, a un debate que todavía no ha aflorado a la cámara baja pero que hace meses que se ha abierto en Asturias. Se dirigía a Sofía Castañón, diputada asturiana de Unidas Podemos, para recriminarle su defensa de la cooficialidad del asturiano en esta comunidad. Por primera vez en cuarenta años de democracia, el gobierno asturiano ha abierto el melón de convertir el asturiano y el gallego-asturiano, las dos lenguas propias que también se hablan en Asturias aparte del castellano, en cooficiales. El presidente de esta comunidad, el socialista Adrián Barbón, está dispuesto a reformar el Estatuto del 1981 y darles los derechos de una lengua oficial que hace años que reclaman varias entidades culturales asturianas. Como era de esperar, sin embargo, las intenciones de Barbón han topado con el rechazo de la bancada de la derecha. De manera similar a la cruzada contra la inmersión en Catalunya, el PP, Cs y Vox se oponen también a cualquier intento de dar más derechos al asturiano.

Según la última encuesta sociolingüística hecha en esta comunidad en 2017, hay un 62% de hablantes de asturiano. La diglosia -utilizar la lengua dominante por cuestiones formales y la minoritaria por situaciones informales- es un fenómeno común entre los asturianohablantes, pero también el hecho de mezclar el castellano y el asturiano indistintamente. “El problema del asturiano no es la oralidad, todo el mundo lo habla a veces, sino escribirlo y profundizar en esta lengua”, admite el reconocido escritor asturiano Xuan Bello. Y los datos lo corroboran: a pesar de que el porcentaje ha crecido en los últimos años, solo un 25% de los encuestados aseguran que entienden, leen, hablan y escriben el asturiano.

Que esta lengua se transmita de padres a hijos es una de las cuestiones a abordar para garantizar la supervivencia. Y que quienes la hablan no tengan vergüenza de hacerlo en público, también. Porque, tal como explican varias de las personas consultadas, al asturiano todavía se la considera una lengua ruda y poco fina. “La transmisión generacional no está garantizada. Hay el peligro que los jóvenes no la hablen”, apunta Inaciu Galán, miembro de Iniciativa polo Asturianu, una de las entidades en defensa de la cooficialidad. Por eso, Galán ve en la reforma del Estatuto una oportunidad histórica para blindar esta lengua e ir más allá de la “protección” y la “promoción” que se prevé en el actual texto estatutario, que todavía habla de “bable” para referirse a la lengua, un término que ahora se considera peyorativo.

¿Pero qué modelo de cooficialidad defiende el gobierno asturiano? El gabinete de Barbón habla de una “oficialidad amable”. Fuentes gubernamentales apuntan que esto pasa por un “reconocimiento de derechos”, pero también por una “no imposición de obligaciones”. La cooficialidad se tendría que concretar en una ley de uso lingüístico posterior, y es aquí donde se tendría que establecer el modelo. Ninguno de los partidos ni tampoco la Academia de la Llingua Asturiana, que también defiende la cooficialidad, quiere hacer comparaciones con el modelo catalán o vasco: consideran que en Asturias hay una realidad propia y que, por lo tanto, se tiene que configurar una cooficialidad que se adapte a ella. En las escuelas, por ejemplo, el asturiano es una asignatura optativa y partidos como Podemos creen que llegar en el punto de que la asignatura sea obligatoria ya sería una victoria. “Cuando tengas la oficialidad blindada, el resto se puede negociar”, apunta Hugo García, de Podemos Asturias.

La aritmética parlamentaria

¿Hay posibilidades reales que la reforma del Estatuto salga adelante? El Parlamento asturiano está formado por 45 diputados y haría falta una mayoría de 27 parlamentarios porque prosperara. A estas alturas, el gobierno tiene asegurados 26: los del PSOE, los de Podemos y los de Izquierda Unida. Y muy probablemente se acabaría decantando por el sí uno de los dos diputados de Foro Asturias, Adrián Pumares, tal como confirmó él mismo en octubre en sede parlamentaria. Ahora bien, el diputado pide a cambio que la ley lingüística posterior requiera una mayoría reforzada de tres quintas partes para aprobarse, la misma que se necesita por la reforma del Estatuto. El partido, además, también reclamaba modificaciones tributarias. Consultado por el ARA, Foro Asturias no ha querido entrar a concretar su posición.

El sí de Pumares le ha comportado ser la diana de la agresiva campaña que hace meses impulsa Vox. A guisa de ejemplo, a principios de este mes la extrema derecha colgó carteles con una imagen de Pumares y Barbón dándose un beso acompañada de este texto: “Los adrianes te quieren meter la llingua”. Varias entidades instaron la Fiscalía a investigar el cartel porque lo consideraban homófobo . Pero la ofensiva viene de lejos. Ya al inicio de la legislatura, Vox instaló paneles equiparando el asturiano con el independentismo y situaban la fotografía de Barbón junto a la del expresidente Carles Puigdemont y de la del líder de EH Bildu, Arnaldo Otegi.

El PP censura y se desmarca de la campaña de la extrema derecha y el secretario general del partido en Asturias, Álvaro Queipo, la considera “de un mal gusto innecesario y que no aporta nada”. Pero los populares también se oponen a la cooficialidad del asturiano porque creen que el actual Estatuto ya lo protege: “La única ley que protege el asturiano es la de uso lingüístico que aprobó el PP, y lo hace de acuerdo con la libertad de si cada asturiano la quiere utilizar o no. El resto es imposición”. Todo ello se tendría que resolver a lo sumo este mes de enero, puesto que después la reforma la tendría que validar el Congreso y los partidarios de la cooficialidad quieren aprovechar la mayoría progresista de la cámara baja porque prospere.

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