La legislatura catalana

La Cataluña de los 10 millones fractura la izquierda

Isla defiende preparar el país para asumir un crecimiento poblacional, mientras Junqueras recela que sea viable

Imagen de archivo de la Rambla

BarcelonaCataluña se encamina hacia los 10 millones de habitantes en 2050, es decir, un incremento de dos millones en los próximos 25 años, según las previsiones demográficas. Sin embargo, pronósticos no han tenido en cuenta la velocidad con la que se ha alcanzado los 8 millones de habitantes actuales. Siete años antes de lo previsto, se llegó en 2023, debido principalmente al aumento de población extranjera. Es, precisamente, ese argumento el que utiliza la extrema derecha para justificar su discurso xenófobo en políticas migratorias: si el grueso de nueva inmigración llega sin recursos, el gasto social para integrarlo se dispara.

Esta cuestión lleva tiempo tensando Junts, que ha endurecido su posición para taponar el escape de votos hacia la formación de Sílvia Orriols. De hecho, los junteros se oponen abiertamente a que Catalunya llegue a los 10 millones si las condiciones de acogida funcionan como hasta ahora. "Ni la Catalunya de los 10 millones, ni la Catalunya del odio", afirmaba el alcalde de Vic, Albert Castells, esta semana. Es también ese marco el que genera incomodidad a la izquierda, que hasta ahora había dejado el debate en segundo plano.

"Una Cataluña de diez millones de habitantes, en estos momentos, es del todo imposible porque no puede garantizar unas condiciones de vida adecuadas ni en términos de vivienda, transporte público, agua o suministro energético", decía Oriol Junqueras el pasado domingo en La Vanguardia, en una línea similar a las junteras. No es la primera vez que el líder de Esquerra se pronuncia en estos términos, distintos de los que hasta hace poco defendía el gobierno de Pere Aragonès. De hecho, hasta ahora ha sido la exconsejera Tània Verge una de las voces que en Esquerra han opinado sobre inmigración, aunque ella ha puesto más el foco en garantizar los derechos y oportunidades de todo el mundo que llega a Catalunya sin hablar de poner límites.

Fuentes republicanas apuntan que a partir de ahora será sobre todo Jordi Viñas quien se encargue de los temas de inmigración en el Parlament. Exalcalde de Salt, Viñas ha dejado recientemente el cargo en uno de los municipios con mayor inmigración de Catalunya: alrededor del 40% de sus 30.000 habitantes son de origen extranjero. Desde la dirección republicana consideran que el foco debe ponerse en mejorar los servicios públicos actuales –con una nueva financiación por Catalunya– o la calidad de los puestos de trabajo, porque creen que el país todavía no está dimensionado para absorber a los más de 8 millones de habitantes actuales. ERC es probablemente, desde la izquierda, el partido que más se está moviendo.

"Debemos romper la idea de que un aumento de la población es progreso: no lo es si no va acompañado de mayor riqueza per cápita", apunta el vicesecretario general de estrategia de ERC, Joan Plana, quien añade: "El factor determinante para saber si un pueblo funciona bien es su renta media". Plana asegura que el problema no es que crezcan los flujos migratorios, sino cuál es el modelo económico del país. En este sentido, atribuye el incremento de población extranjera de los últimos años a un incremento de la demanda de empleo de baja calificación, un modelo que considera que debe revertirse. "El crecimiento debe ser más escalonado para asumir los retos que genere ese incremento de la población y evitar situaciones de precariedad", añade. La cúpula republicana reconoce que hasta ahora las izquierdas no han afrontado el debate migratorio, dando alas a la extrema derecha para que se le apropie de un discurso xenófobo que habla de cerrar fuentes y endurecer las condiciones de entrada.

Los críticos dentro del partido recelan del cambio de discurso de la dirección de Junqueras. De entrada, porque consideran que poner en entredicho que Catalunya pueda asumir 10 millones de habitantes es comprar el marco mental de la extrema derecha. De hecho, rechazan la idea de que la izquierda ha rehuido el debate migratorio en los últimos años. "¿No es hablar de inmigración hablar de aulas de acogida o de permisos de trabajo?", apunta una fuente. Admiten que un incremento de población en poco tiempo tensiona el estado del bienestar, pero remarcan que no existe ningún estudio que evidencie que esto se traduce en un empobrecimiento de la población.

El discurso del PSC, en cambio, busca confrontar directamente con la extrema derecha y apunta que lo que debe hacer Catalunya es adaptarse a los pronósticos demográficos."No puedes mirar hacia otro lado, tienes que preparar el país. Tenemos 25 años para hacerlo", defiende la portavoz de los socialistas en el Parlament. El PSC, en este sentido, defiende el incremento de población recién llegada como una "oportunidad" y Díaz remarca que el crecimiento económico de Catalunya y España se debe también a estas personas. El partido tampoco ahorra tensiones internas. En el ámbito municipal metropolitano existen voces socialistas que alertan de que no se puede obviar que el modelo actual de estado del bienestar también tiene sus "límites", relacionados con el crecimiento poblacional. "Entendemos esa preocupación, que va enfocada a la prestación de servicios", admite Díaz.

El marco mental de la extrema derecha

Para los Comunes, ERC erra al poner el foco en si el crecimiento demográfico debe tener límites. En primer lugar, señalan fuentes del partido, porque esto no depende de la Generalitat o del Parlament, sino de variables como los flujos migratorios globales o las guerras. "El Gobierno lo que debe hacer es planificar", mantienen, y señalan también que, si bien es necesario que Catalunya disponga de más recursos con mejor financiación, no es menos urgente que la riqueza que generan los trabajadores (migrantes o no) se reparta mejor. En este sentido, los Comuns alertan de que los recursos para financiar unos mejores servicios públicos, dimensionados a la población que Cataluña alcance en los próximos años, también deben salir de los impuestos a las grandes empresas. "Es un error alimentar el marco de la extrema derecha. Hay que reivindicar que somos un solo pueblo y que catalán es quien vive y trabaja en Catalunya", remachan.

En el seno de la CUP se abrió la caja de los truenos este verano cuando la territorial de las comarcas gerundenses se posicionó claramente a favor del decrecimiento. "La manía del PSC y Junts por los cerdos y los turistas nos aboca a la Catalunya de los 10 millones", denunciaba en un vídeo Guillem Surroca, el joven alcalde de Cervià de Ter, que instaba a priorizar la calidad sobre la cantidad en la creación de empleo. Unas palabras que cayeron como un cubo de agua fría dentro de la organización, al considerar que compran el marco mental de la extrema derecha.

En este sentido, la CUP, a nivel nacional, sigue poniendo el foco en la necesidad de "reforzar los servicios públicos y ampliar los derechos sociales de la mayoría trabajadora" sin poner límites al crecimiento de la población. Un incremento que sostiene que es "una consecuencia lógica de la movilidad humana en un contexto de crisis globales, desigualdades, cambio climático, guerras y catástrofes naturales".

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