¿Hacia dónde va el Consejo de la República sin Puigdemont?
La entidad pretende dar un giro para ganar transversalidad y contribuir al relanzamiento del independentismo, pero con cambios y después de crisis y desconfianza
BarcelonaSin Carles Puigdemont en la presidencia del Consejo de la República, la entidad en el exilio abre un escenario inédito. Redefinirá su rumbo después que haya dimitido en bloque todo el gobierno y con la renuncia a la reelección del líder. Los últimos meses han estado marcados por acusaciones al vicepresidente de la entidad, Toni Comín, a quien una auditoría recriminó "irregularidades" en gastos de 15.000 euros, a pesar de que él negó que fueran para fines personales. Ahora bien, el reto del ente es estratégico y de liderazgo: "El Consell se crea en 2018 gracias a un pacto de la investidura [entre Junts y ERC] de Quim Torra mientras que ahora gobierna Salvador Illa, el contexto ha cambiado mucho ", aseguran fuentes de la entidad. De hecho, ese pacto ya empezó con dificultades y dos años después ERC dejó de nombrar a miembros, algo que varias fuentes ven como un reflejo más de la pugna por la hegemonía.
Así, ¿hacia dónde va el Consejo? El giro de 180 grados que ha dado últimamente Puigdemont es el detonante de todos los cambios. De apostar todo por el Consell, dejando sus responsabilidades orgánicas en Junts en 2022, a apostar todo por Junts, volviendo a la presidencia del partido este 2024. La convicción interna es que el proyecto no ha muerto, sino que ha de seguir siendo "referente" del soberanismo, pero abriendo una "etapa nueva". Todo el mundo asume que relevar al actual presidente "es muy difícil" y que requerirá que surjan "perfiles potentes", según las fuentes consultadas. Una renovación de caras que debería ir acompañada de la apuesta por la "transversalidad", que señalan como elemento clave. De hecho, el propio comunicado de dimisión ya la reclamaba asumiendo que se había perdido –con un claro predominio de personas de la órbita de Junts–. Dependiendo de la candidatura que surja, podrán rehacerse puentes con partidos con los que ahora mismo están rotos. Por ejemplo, con Poble Lliure: tal y como explicó el ARA, el consejero representante del partido, David Caldeira, dimitió antes del cese en bloque entre críticas al sesgo político del Consell ya la gestión de Comín, pero no se trataba de una decisión individual.
El partido de la izquierda independentista se ha descolgado del proyecto porque cree que "ya no es una herramienta que represente la transversalidad necesaria para la liberación nacional", lo que reduce aún más la pluralidad de partidos. Sin embargo, la entidad no tira la toalla y confía en que podrá rehacer confianzas con este partido tras las elecciones. Otra incógnita es el papel que jugará Comín después del señalamiento contable.
Al mismo tiempo, para saber hacia dónde va el Consejo es esencial el plan de gobierno. Lo que hay ahora se confeccionó en julio y aunque gran parte sea válido, las fuentes consultadas avisan de que todo dependerá de quienes tomen su relevo. En cualquier caso, los grandes retos siguen siendo la internacionalización, la reivindicación del exilio, crear sinergias en el territorio y "coser" el independentismo. Una prioridad que Puigdemont puso sobre la mesa es la potenciación de los consejos locales –que han pasado de los 220 del inicio a un centenar de activos en estos momentos–. La Asamblea de Representantes de la entidad, el ente que debía actuar como Parlamento, se disolvió en agosto de 2023 y ya es historia.
De la esperanza a la incertidumbre
El plan de gobierno ya abrazaba la "negociación" para conseguir un referendo pactado a la vez que defendía la "confrontación" como mecanismo. Sí recogía la necesidad de volver a hacer pedagogía para convencer a los ciudadanos y reactivarlos por la independencia mientras se volvieran a impulsar estructuras de Estado –cuando ya se había perdido la mayoría soberanista en el país– y el refuerzo de la coordinación entre partidos y entidades para conseguir la unidad, con una convención independentista incluida.
Una de las personas del Consell que ha tenido responsabilidades y un peso destacable en la Catalunya Nord es Maria Costa, que fue vicepresidenta primera de la Asamblea de Representantes. También es alcaldesa de los Baños de Arles y se ha implicado en la entidad con responsabilidades y en el consejo local en el territorio, donde ha sido una de las alcaldesas que han apoyado a Puigdemont. De hecho, en campaña para el 12 de mayo le mostró su adhesión en un acto a su pueblo. En conversación con el ARA, Costa, que no está en los órganos de gestión del Consell, nota "esperanza" interna por la nueva etapa llena de incertidumbre, y ve imprescindible la apuesta por la transversalidad. "Hay que volver a hacer mejor", afirma. Por ello, pide que se confiera un "programa de estado" para alcanzar la independencia y "unir" a los partidos y entidades del movimiento en torno a ello.
Pero sostiene que el nuevo liderazgo no debe pensarse como un relevo de Puigdemont: "Él no se puede sustituir, sino que se trata de liderar el Consell", dice, admitiendo que es complicado porque es una persona "emblemática ". Tiene presente el "desánimo" en el país y el hecho de que "se necesitan líderes nuevos", y lamenta los pactos en Madrid y la situación negociadora de republicanos y junteros, pero confía en que se podrá enderezar el camino y volver a priorizar la lucha por la independencia dejando atrás la prioridad antirrepresiva.