Las dietas de los diputados, también a debate: los partidos ultiman la reforma

Una parte se incorporará al sueldo y se debate si se tendrán que justificar las otras

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Los diputados del Parlamento  al hemiciclo en una imagen reciente.

BarcelonaEsta semana ha estado marcada por la polémica de los 1,7 millones de euros anuales que destina el Parlament a retribuir funcionarios que ya no trabajan en él, pero de rebote se ha reabierto otra discusión que ya es eterna: el sueldo de los diputados. A raíz de la decisión de la mesa de acabar con la licencia por edad del personal de la cámara, la CUP reclamó también que se regularicen ya las dietas de desplazamiento de los parlamentarios y pasen a tributar -ahora están exentas de IRPF-. Se trata de entre 16.000 y 24.000 euros al año por diputado en función del lugar de residencia. De hecho, al inicio de la legislatura también la presidenta del Parlament, Laura Borràs, había manifestado su intención de reformar el salario de los electos para acabar con la parte exenta de IRPF -las dietas- e incorporarlas al resto de sueldo. Ahora bien, hay muchas maneras de hacerlo (manteniendo o no poder adquisitivo) y esto ha generado un debate profundo entre los grupos parlamentarios y entre diputados de dentro de un mismo partido que viven en lugares diferentes.

Para clarificar conceptos: un diputado raso cobra 2.921 euros al mes de sueldo fijo a los cuales se tienen que sumar complementos en función de sí son presidentes de grupos, portavoces o presiden alguna comisión legislativa (entre 600 y 3.000 euros más al mes). A este dinero se añade una cantidad variable al año para sufragar los desplazamientos en función de la residencia: 16.975 euros anuales dentro del área metropolitana, 22.070 a 80 km, 23.694 hasta 190 km y 23.895 a más distancia. Esta cantidad no tributa y se cobra tanto si los diputados se desplazan como si no: también la perciben ahora a pesar de que en la cámara se vuelve a hacer teletrabajo a la mayoría de comisiones. Y es que en el fondo los diputados siempre han admitido, con la boca pequeña, que estas dietas de desplazamiento eran en realidad un sobresueldo para compensar una retribución que la mayoría encuentran baja en comparación con el Govern. Una fórmula que hasta ahora les ha servido para esquivar el debate sobre si hay que subir el salario a los diputados, siempre incómodo políticamente.

Fórmulas

Por ahora todos los grupos están de acuerdo a incorporar las dietas al sueldo fijo para que empiecen a tributar, pero no hay acuerdo en el cómo: la mayoría no quieren perder poder adquisitivo y esto implica que se les tenga que aumentar el salario bruto anual a cargo del presupuesto del Parlament. Es decir, a la práctica la cámara tendría que asumir el IRPF de más que pasarían a pagar los diputados y que hasta ahora no tributaban. Esta vía, a la que la CUP se opone -apuesta por la reducción salarial-, ya se previó en la aprobación del presupuesto de 2022 que presentó el año pasado al pleno la vicepresidenta Alba Vergés, encargada de este asunto: las cuentas aumentan un 4% el gasto, hasta 65,5 millones de euros, para sufragar la reforma del salario. En todo caso, no es la única opción, puesto que desde hace semanas se estudian diferentes “simulaciones” para intentar llegar a un consenso.

Se explora un camino intermedio: que los diputados solo se incorporen una parte de las dietas al sueldo fijo -el Parlament asumiría el IRPF- y, paralelamente, tengan a su disposición una bolsa de dinero para poder hacer los desplazamientos. El debate que hay en este punto entre diputados es si estos desplazamientos se tendrían que justificar o bien se seguiría el modelo actual, en el que se les hace el ingreso sin preguntar a qué destinan el dinero. Sea como fuere, es un nuevo debate polémico que afronta la cámara catalana.

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