Disputa final para erigirse en el voto útil que deshaga el empate

Punto final a una campaña básicamente telemática que ha priorizado los bloques sobre la pandemia

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Pere Aragones, Laura Borràs y Salvador Illa

BarcelonaVotar a Ciudadanos es el voto útil para evitar un pacto del PSC con el independentismo. Votar al PSC es el voto útil para acabar con un gobierno independentista. Votar a JxCat es el voto útil para evitar el tripartito. Votar a En Comú Podem es el voto útil para hacer el tripartito. Votar a ERC es el voto útil para que el presidente no sea “de los de siempre”. Votar a la CUP es el voto útil para forzar a JxCat y ERC a hacer políticas sociales. Votar al PDECat es el voto útil para que el Govern no dependa de la CUP. Votar al PP es el voto útil para evitar un tripartito y también un gobierno independentista. O esto es lo que dicen todos.

Es la rueda del hámster de las campañas electorales. Todas acaban aquí y hay votos útiles para todos los gustos. Hay tantos que la mayoría, de hecho, acaban siendo inútiles. Ayer se cerró la campaña más extraña de la historia (esto también empieza a parecer una rueda de hámster) con los mítines finales de las formaciones, un llamamiento a la participación -que el Govern ha hecho con la boca pequeña- y más incertidumbre en cuanto a la configuración de las mesas electorales. La Generalitat garantiza que solo puede haber problemas en un 0,1% de los casos, pero la Junta Electoral de Zona de Barcelona -la que integra un volumen más mayor de población- ya anticipa que probablemente no llegará a tiempo de responder entre 2.000 y 3.000 de las alegaciones que ha recibido (11.500). Y esto que ayer la Junta Electoral Central le exigió que las resolviera todas, si hace falta con la ayuda de los secretarios municipales. En toda Catalunya se han presentado casi 34.000.

La abstención, que se verá compensada por el récord histórico de voto por correo (284.000), es una de las variables más difíciles de pronosticar. Las encuestas la sitúan entre el 40% y el 50% y, claro, el miedo al contagio, que ya está siendo muy relevante en cuanto a las mesas, tendrá un peso importante para definir la cifra definitiva. Para intentar movilizar a sus votantes, las críticas cruzadas y los reproches han ido in crescendo en los últimos días, hasta llegar al clímax en el debate de jueves en La Sexta, inicialmente una especie de todos contra Illa y, finalmente, un todos contra todos con gritos y descalificaciones constantes.

Pactos por delante del covid

Con unas elecciones sin un claro favorito, los pactos postelectorales han sido la principal clave de la campaña. La demoscopia apunta que el independentismo volverá a sumar, pero la CUP no se compromete a avalar, de nuevo, un ejecutivo de coalición entre Junts y Esquerra. Dolors Sabater llegó a decir, de hecho, que no descartaba una repetición electoral, a pesar de que los cupaires terminaron por hacerla rectificar, como han hecho a menudo en las últimas semanas. Ayer fue la cabeza de lista de los comunes, Jéssica Albiach, quien flirteó con esta idea aferrándose a la mala mar que hay entre los socios independentistas. El hecho es que, si la alternativa acabara siendo un ejecutivo encabezado por Salvador Illa, todavía lo tendría más difícil. JxCat, ERC y la CUP ya se han comprometido a no pactar, igual que Vox, y el PP reclamaría un candidato de consenso.

Pero antes de avanzar escenarios, hay que dirigir la mirada hacia lo que ha pasado desde el 30 de enero. Mítines con mascarillas, mayoritariamente sin público, una apuesta por los canales telemáticos -que en muchos casos no han seducido a la audiencia- y menos desplazamientos que en otras ocasiones. En busca de una oportunidad que les abra la puerta del Parlament, Àngels Chacón (PDECat) lidera el tradicional ranking de kilómetros hechos en campaña que publica la ACN con 3.600 (una cifra dopada por un viaje de ida y retorno a Madrid). JxCat y las visitas relámpago de Vox en la Catalunya interior superan los 2.000 y el grueso de candidaturas se quedan alrededor de los 1.000 (Cs y la CUP en los 500). A pesar de que la precampaña había acabado con la polémica cláusula que prevé que los ciudadanos se salten el confinamiento municipal (o comarcal) para asistir a los actos políticos, esta opción desapareció de escena.

Era previsible que fuera la pandemia la que monopolizara los discursos y el hecho que no haya sido así es una de las sorpresas, y más teniendo en cuenta que uno de los candidatos principales era, hasta hace pocas semanas, ministro de Sanidad. Sí que se han cruzado los nombres de algunos posibles consejeros de Salud (Olga Pané para el PSC y Josep Maria Argimon para JxCat), se ha recitado lo que se había hecho bien (los que han gobernado) y mal (los que estaban en la oposición) y se ha hecho una carta a los Reyes con el destino de los fondos europeos para la reconstrucción. Sin embargo, a pesar del alta incidencia del virus y las dudas hasta última hora para saber si las elecciones se celebraban o no el 14 de febrero, ha vuelto a ser la dinámica de bloques la que se ha impuesto en campaña.

Plebiscito interno

La búsqueda de los votos se ha basado en una estrategia calcada a la de las últimas ocasiones. ERC y JxCat han competido para ver quién de los dos era el partido más antiunionista. En 2017 esto significaba señalar a Ciudadanos como el adversario y en esta ocasión este papel lo ha desarrollado el PSC. Illa ha parecido en muchas ocasiones el rival a batir con quien todos se querían confrontar. Pere Aragonès incluso le pidió sin éxito un frente a frente que a Borràs le parecía insuficiente, teniendo en cuenta el empate a tres en las encuestas.

Los dos han acabado firmando un manifiesto, con la CUP, el PDECat y Primàries, comprometiéndose a no gobernar con los socialistas. Y ninguno de ellos ha roto los pactos con el PSC y PSOE que mantienen en el Congreso de Diputados, en la Diputación de Barcelona y en una cuarentena de municipios. Illa ha intentado convertir este manifiesto en la cortina de humo que hiciera olvidar su polémica por negarse a hacerse un test de antígenos antes de los últimos dos debates electorales. Ayer fue el presidente español, Pedro Sánchez, muy activo en campaña, quien llamó a romper el “cordón sanitario” que le han impuesto los independentistas. Pablo Iglesias, Pablo Casado, Isabel Díaz Ayuso e Inés Arrimadas también han sido una constante estos días demostrando que, a pesar de que se haya rebajado la tensión de 2017, en estas elecciones catalanas los partidos estatales se continúan jugando mucho.

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