Sánchez: una crisis personal que es política, y viceversa

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Imagen de Pedro Sánchez y Begoña Gómez.

BarcelonaEn el PSOE explican que la decisión de Pedro Sánchez de poner en cuarentena su presidencia responde a una crisis personal y no a cálculo político alguno. Sin embargo, esta argumentación tiene una falla. Y es que desde el momento en que Sánchez comunica esta crisis a la ciudadanía mediante una carta, la convierte automáticamente en algo político, en realidad algo político con unas consecuencias extraordinarias.

Seguro que Sánchez ha pensado en el precedente de la neozelandesa Jacinda Ardern, que dimitió el año pasado tras confesar que se había quedado sin energía y que prefería dimitir y dedicarse a la familia. Sin embargo, Ardern no se dio cinco días de reflexión. Simplemente tomó una decisión y la comunicó: renuncia y convocatoria inmediata de elecciones.

El caso de Sánchez me ha hecho pensar en Tony Soprano, el boss de la mafia que sufre ataques de ansiedad y desmayos, y que se trata a escondidas para no socavar su autoridad. Soprano sabe que si se sabe que lo trata una psiquiatra se mostrará como un líder débil según los viejos códigos de la mafia, y su vida colgará de un hilo. Al mismo tiempo, también sabe que no puede irse porque toda la organización depende de él.

Destapando su debilidad, Sánchez se muestra como alguien humano, un valor que actualmente cotiza alto en el mercado de la política emocional. Pero el PSOE sabe que depende de su líder y ahora busca la manera tanto de convencerlo para que no se vaya como de sacar el máximo provecho electoral de la situación creada: polarizar al máximo y reagrupar a las fuerzas. Conmigo o contra mí. Y esto solo tiene un nombre: política.

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