PASOS PERDIDOS

¿Por qué se enfadó tanto Sánchez con las balas de Rufián?

Es probable que tuviera miedo a que la imagen eclipsara el resto del debate y por eso sintiera la necesidad de sobreactuar

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Gabriel Rufián depositando los cartuchos encima la tribuna del Congreso  durante su intervención.

Sin duda las dos imágenes más impactantes del debate de política general fueron los cartuchos de Melilla que Gabriel Rufián enseñó en la tribuna del Congreso y la de los diputados de Bildu de pie durante el minuto de silencio por Miguel Ángel Blanco que propuso la portavoz popular, Cuca Gamarra. Las dos tienen más historia de lo que se pudo ver por televisión.

Pedro Sánchez se enfadó mucho con Rufián cuando enseñó las balas en el Congreso y así se pudo ver en directo cuando negaba con la cabeza y en la intervención tan dura que hizo después. El tono de Sánchez incluso sorprendió a un diputado de Unidas Podemos, que después fue a preguntarle el motivo. Lo que sigue es la respuesta que le dio: “Enseñar balas en la tribuna del Congreso es no entender España. Es no entender los traumas de este país. Aquí se dispararon balas de verdad en 1981, tal como se puede ver en el techo. Y además aquí dentro tenemos a gente [Vox] que reclama la libertad a llevar armas. Lo siento, pero tenía que recriminarlo”.

Es probable que Sánchez tuviera miedo a que la imagen de Rufián eclipsara el resto del debate (y por lo tanto todos sus golpes de efecto) y por eso sintiera la necesidad de sobreactuar para cortocircuitar cualquier intento de la derecha para utilizarlo como cortina de humo. De forma sorpresiva, sin embargo, la derecha dejó pasar la oportunidad. El caso es que los dos hablaron el mismo martes para rebajar la tensión y al final del debate, ya el jueves, casi nadie se acordaba del incidente.

La euforia era tan grande en las filas socialistas al final de la sesión del jueves que más de uno debería de tener la tentación de subirse a Sánchez a los hombros y hacerlo salir como un torero del Congreso. Explican que a todo el mundo que lo vio le explica sus aventuras con Biden, Johnson y tutti quanti durante la cumbre de la OTAN, como si fuera un niño.

En cambio entre populares y voxistas la sensación era que se les había vuelto a escapar vivo. Sánchez es como el Real Madrid, cuando está peor es cuando juega mejor (y tiene la suerte de cara, claro). Alberto Núñez Feijóo ha estado desaparecido toda la semana y sus mensajes han sido confusos, hasta el punto que el ABC le recriminó que el PP se abstuviera en el decreto de medidas contra la inflación.

El principal error del PP fue pensar que la carta de ETA le serviría para tumbar a Sánchez. La ciudadanía esperaba un discurso económico alternativo, propio de un nuevo PP, y se encontró con el PP de Casado y de siempre. Pero es que encima el disparo le salió por la culata. Convocó una veintena de asociaciones de víctimas para protestar contra la ley de memoria democrática que el PSOE aprobó con EH Bildu y se encontró que algunas de estas entidades se negaron a ser utilizadas de una forma tan grosera. Incluso la hermana de Gregorio Ordóñez, Consuelo Ordóñez, protestó por la utilización partidista del lazo azul. Una semana negra para Feijóo, vaya.

El DETALLE
  • Un centenar de estudiantes han participado en la Semana del Parlamento Universitario, donde parte de los alumnos hacen de diputados y simulan un pleno. Como el año pasado, sin embargo, no se han repartido como era habitual en los grupos existentes en la cámara, sino en cinco familias políticas. Desde el Parlamento argumentan que no hay suficiente personal para coordinar hasta ocho partido, los que hay desde la llegada de Vox esta legislatura.
  • El nuevo secretario general de Junts, Jordi Turull, fue el miércoles a Madrid para acompañar a su portavoz, Miríam Nogueras, al debate de política general en el Congreso. Turull aprovechó también para acercarse a la sede del Tribunal Supremo y pasear como hombre libre después de haber ido durante tres meses para el juicio. Y por la noche se dejó ver en la fiesta de despedida de la responsable de prensa Nerea Martí.
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