España ya tiene jefe de la oposición, ahora falta el presidente
MadridEspaña tiene desde hoy un jefe de la oposición, pero todavía no tiene presidente del gobierno. El debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo ha sido, en realidad, un fraude de ley, ya que el investido no ha sido un jefe del ejecutivo sino un jefe de la oposición, porque el debate no ha girado en torno al proyecto de gobierno del PP sino del que previsiblemente presentará Pedro Sánchez en unas semanas. Pero es que esa era la intención de Feijóo desde el primer día: el líder gallego siempre ha tenido claro que no podía forjar una mayoría parlamentaria y que esto ponía en peligro su liderazgo dentro del PP. Por eso necesitaba poner en marcha una operación política para afianzarse como líder de su partido y que ni Ayuso ni nadie le movieran la silla. Desde este punto de vista se puede decir que ha salido adelante. Su liderazgo interno ha salido reforzado y en el PP, después de estos dos días, se respira satisfacción.
¿Y cuál ha sido la fórmula de Feijóo para que todas las familias hayan cerrado filas a su alrededor? Pues hacer un discurso en el que las distintas facciones podían sentirse reconocidas, aunque sean, en algún punto, mensajes contradictorios entre sí. Por ejemplo, cuando ahora defiende hits del sanchismo como las subidas del SMI o el impuesto a la banca. Y todo barnizado con su estilo empapado de "sorna gallega", que casa poco con el catastrofismo del discurso popular pero que le permite surfear la ola sin caer ni de un lado ni de otro. Feijóo es bueno en el regate corto y sobresale provocando las risas de su bancada, pese a que algunos quisieran menos humor y más contundencia. Más machete y menos gaita. Pero él es así. No es Aznar. Y el milagro es que tanto los ayusistas como los morenistas (de Juanma Moreno Bonilla, el barón centrista del PP) consideran que ha adoptado su discurso. La incógnita es hasta cuándo podrá Feijóo mantener ese equilibrio. Es evidente que le será más fácil como jefe de la oposición que si algún día llega a la Moncloa.
Y si el PP está contento, ¿cómo está el PSOE? Pues también está feliz. Los socialistas están convencidos de que han pinchado el globo de Feijóo y de que la jugada de Óscar Puente alteró el guión del PP, que preveía a un Feijóo al ataque contra Sánchez con la amnistía y el referéndum como armas. En el PP estaban exteriormente indignados por el gesto, pero quizá alguien también pensaba que ya iba bien, porque habían reducido el riesgo de una derrota de Feijóo.
Todos contentos
La conclusión del debate es que Feijóo ya se ha puesto el uniforme de jefe de la oposición y que ahora su objetivo es intentar subir al máximo el precio de la investidura de Sánchez y, si esta llega, intentar descarrilar la legislatura lo antes posible, porque cuatro años se le pueden hacer muy largos. Mientras, en el PSOE, asumido el coste de aprobar una amnistía, ya nadie duda de que habrá investidura. Confían ciegamente en Pedro Sánchez, que la próxima semana tomará la palabra. Así que todos contentos.